sábado, 13 de junio de 2009

PGLA, “programa estrella” de la Facultad de Comunicación de la UNAV

El concepto pertenece al querido maestro y amigo Francisco Gómez Antón, quien durante gran parte de las casi dos décadas que duró el Programa de Graduados Latinoamericanos (PGLA), tuvo un destacado rol en su organización y desarrollo para beneficio de 400 profesionales de la comunicación de 13 países de la región.

La opinión de FGA la he encontrado al releer ese delicioso opúsculo titulado “Desmemorias” que EUNSA publicó en 2002 con la firma del maestro, dos años después de su jubilación. El texto apareció parcialmente en este blog hace un año, pero ahora se lo reimprime tras cumplir la Fcom sus primeros 50 años de vida.

Es que el PGLA de la Fcom, sin duda, marcó la vida como periodistas de muchos de nosotros. En el caso particular me “sobrevino” el PGLA luego de más de una década de trabajar en medios de comunicación de Ecuador. Tras retornar de España, casi en seguidilla, me ficharon primero EFE y luego la prestigiosa REUTERS en la que laboré por casi tres lustros.

EL PGLA nos “mostró mundo” algunos de cuyos vericuetos recorrimos, actualizó los conocimientos periodísticos adquiridos en la Universidad, nos hizo entrar en contacto con profesionales de otros rumbos y nos permitió avizorar lo que se venía y que ahora impera: el sensacional desarrollo de las tecnologías de comunicación e información.

El profesor Carlos Barrera, en su ampliamente documentada historia de la Fcom, al referirse al PGLA, alude con insistencia al texto de Don Francisco que consta en sus “Desmemorias” entre las páginas 195 y 207, por lo que lo vuelvo a transcribir a continuación, ahora en forma completa, subtítulos incluidos, por si alguien desea divertirse leyéndolo.

El “programa estrella”

El Programa de Graduados Latinoamericanos (PGLA) ....si mal no recuerdo... comenzó en 1972 y se impartió hasta 1990; que me tocó dirigirlo desde 1975; que fue el programa estrella de la Facultad durante los dieciocho años que duró; que cobró enseguida un gran prestigio en los medios periodísticos y académicos americanos; que sus graduados organizaron cuatro Encuentros Internacionales; que contribuyó decisivamente al desarrollo de las relaciones y servicios de la Facultad en toda América; y que muchos siguen todavía en contacto con ella y entre sí.

Dicho esto, lo normal sería que alguien preguntara: ¿Y qué más? O, si fuera colombiano: ¿Qué tal?, ¿cómo amaneció?, ¿qué hubo?, ¡como le fue?...¡y qué mááás?).Por si ocurriera, ahí va lo que sigue.

Aktion Adveniat

El PGLA se estableció a instancias de la Fundación alemana Aktion Adveniat, que financia cada año un número considerable de programa de ayuda a América Latina (gracias –por cierto- a la generosidad de los católicos, cuyo donativos navideños son sus únicos ingresos). En 1971 los directivos de la Fundación, conscientes de la importancia de los medios de comunicación en el proceso de evolución social, decidieron promover un nuevo programa, específicamente destinado el perfeccionamiento de profesionales de la información latinoamericanos.

Por razones obvias, tendría que impartirse en español. Pero montarlo en un país americano, cualquiera que fuere, podría despertar recelos en los demás. Por lo tanto, habría que realizarlo en algún lugar de España. Y la elección recayó en la Universidad de Navarra. En teoría, había otras opciones; porque en 1971 se habían fundado las dos primeras Facultades estatales de Ciencias de la Información, en las universidades de Madrid y Barcelona. Pero recién nacidas como estaban, carecían de experiencia. En cambio, la de Navarra llevaba ya trece años dedicada al análisis científico del fenómeno informativo y a la formación académica integral de profesionales de los medios, y tenía un prestigio indiscutible en España y fuera de ella.

Los acuerdos con Adveniat se establecieron para cinco años, renovables indefinidamente. A la sazón, era decano de la Facultad, Alfonso Nieto. La Fundación dotaría cada año 25 becas como máximo, que cubrirían los gastos de viaje, matrícula y ordinarios de los participantes. La Facultad los seleccionaría, y se encargaría de diseñar, organizar e impartir el Programa, en estrecho contacto con la Fundación. En honor a la verdad, hay que decir que el director de Adveniat, monseñor Emil Stehle, dejó siempre a la Facultad las manos libres , confiando en su pericia. Y que, gracias a ello, el Programa fue mejorando al paso que aumentaba su experiencia, sin intromisión de factores extra-académicos.

400 profesionales de 13 países

Lo cursaron cuatrocientos profesionales exactamente, de 13 países: México, Guatemala, Costa Rica, El Salvador, Panamá, Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil. Cada año presentaban sus solicitudes unos 350 candidatos. La Comisión de admisiones preseleccionaba 120, mas o menos. A los preseleccionados les entrevistaba en sus países respectivos el director o algún otro profesor del Programa. Y a su regreso se procedía a la selección final, con participación del director de Adveniat, que solía ratificarla sin más.

Los viajes de selección eran maratonianos. Quince años seguidos (acompañados en algunos de ellos por Aires Vaz, Esteban López-Escobar, Carlos Soria o Manuel Casado), recorrí en cuatro o cinco semanas el continente de punta a punta, haciendo unas veinte escalas: dieciséis fijas, salvo excepciones (Sao Paulo, Asunción, Montevideo, Buenos Aires, Córdova, Santiago de Chile, Lima, Piura, La Paz, Quito, Bogotá, Medellín, San José de Costa Rica, Guatemala, México D.F. y Monterrey), y cuatro o cinco más, variables según los casos (Río de Janeiro, Belo Horizonte, Brasilia; Santa Rosa, Rosario, Mendoza; Valparaíso, Santa Cruz de la Sierra, Guayaquil, Cali, Panamá, Guadalajara, Mexicali…).

Además de las entrevistas de la selección, la agenda incluía con frecuencia otros quehaceres (visitas a medios de comunicación, ruedas de prensa, conferencias); y siempre, lo más esperado y grato; el reencuentro con los exalumnos del Programa hasta altas horas de la noche. De manera que estos viajes eran por principio un cocktail de actividades varias, con fuertes sobredosis de vigilias, madrugones, esperas de aeropuerto, vuelos con o sin sorpresa (mas bien con), cambios continuos de clima y altitud, comidas inusuales y preferiblemente picantes, e incidentes imprevisibles. Pero la verdad es que ni me enteraba; recuperaba en los vuelos los retrasos de sueño; ni siquiera podía imaginar lo que era el célebre jel-lag; cambiaba en un plis plás la clavija mental para adaptarme al ritmo del entorno; y no recuerdo haber tenido nunca problema alguno de salud, ni por las comidas ni por nada. ¡Cómo cambian los tiempos!

Aunque no había cupos por países y teóricamente todos los becarios podían proceder del mismo, las becas de cada año se repartían entre siete u ocho. Porque la convivencia con colegas de países y mentalidades diferentes durante seis meses dedicados al estudio y al intercambio de experiencias u opiniones diluía los prejuicios, facilitaba la comprensión mutua, neutralizaba las rivalidades crónicas entre vecinos, y consolidaba la amistad de unos con otros.

Diversidad grande y mutifacética

La diversidad enriquece, si se asume debidamente. Y en el PGLA era tan grande y multifacética, que la taxonomía convencional saltaba hecha pedazos al describirla. Ejemplo límite. En 1984, al comenzar el ciclo de lecciones que impartían cada año dos directivos del Miami Herald , pidieron, para orientarse, que alguien les explicara la composición del grupo. Tomó la palabra una alumna mexicana, y dijo con toda naturalidad:

-Somos 25 en total: 3 casados, 7 hombres, 4 brasileños, 10 mujeres y Salvador Guajardo.

¡Eso es calar fino en los matíces!..¿o no?

El PGLA comenzaba el 15 de enero, en pleno invierno y, a veces, con un palmo de nieve. De repente, la Facultad cobraba un tinte peculiar. Los estudiantes contemplaban, divertidos, la sobrecarga de pellizas y bufandas de sus nuevos compañeros, de habla suave y cantarina. Manolo , camarero entonces del Faustino, se regocijaba con la forma colombiana de pedir café: <>. La secretaria del Programa se quedaba muda ante preguntas como: <<¿Dónde puedo motilar (cortar el pelo) al niño?>>¿Cuánto cuesta un poyo pa-yevá? (pollo para llevar)?>>, <<¿Me puedes conseguir un porro (porrón)?>>, ¿A qué hora sale la liebre (autobús) a San Sebastián?>>. Y a los profesores del PGLA (y quizás más que a nadie a Miguel Urabayen) se les notaba en la cara lo satisfactorio que resulta trabajar con profesionales motivados, maduros y responsables.

360 horas de clase

Como el programa duraba sólo cinco meses y medio, requería dedicación intensiva. Los alumnos tenían 360 horas de clase (cuatro diarias, de lunes a viernes, durante 18 semanas); y destinaban al menos otras tantas a la elaboración de un estudio o proyecto, sobre el tema elegido por cada uno para asentar las bases de su ascenso profesional. La asistencia a las clases era masiva; los alumnos despachaban semanalmente con sus asesor respectivo; y al finalizar el programa, presentaban sus proyectos ante un tribunal de evaluación. La verdad es que la mayor parte de los proyectos eran muy buenos. Pero un brasileño excelente tuvo la mala suerte de que, mientras presentaba el suyo sufriera un infarto el presidente del tribunal, Ángel Faus. Durante años, tuvo que soportar las bromas de sus compañeros.

A la carga de trabajo se sumaban otras exigencias. Aunque las becas cubrían decorosamente las necesidades básicas, no daban de sí para otros gastos, de modo que había de apañarse con lo justo. Los alumnos de países tropicales pasaban tanto frío, que decían que en Pamplona había dos estaciones solamente: el invierno…y la del ferrocarril. Echaban en falta las comidas de sus tierras de origen (bifes de chorizo, dulce de leche, paltas, pisco, feijoada, mangos, chiles, carnitas con todo), aunque acababan aficionándose -¡que remedio!- a los pinchos de tortilla, por ejemplo. Acostumbrados como estaban a almorzar a las doce o doce y media, llegaban desfallecidos al final de las mañanas. Desde luego, terminaban comprendiendo que los españoles no hablamos como hablamos porque estemos enfadados, sino que aunque nos encontremos tan contentos como un tonto con un silbo. Pero mientras tanto iban de susto en susto: “Parece que don fulano esta bravo”, “No se enoje don Fransisco, que del afán no queda sino el cansansio”. (sic)

Pese a todo, los participantes estaban encantados con su vuelta a las aulas y el revival de sus años estudiantiles. Además, el Programa incluía dos viajes de estudio: uno a Madrid y el otro a París y Londres (o Bruselas). Poca cosa, para tantas que merecen verse en la vieja Europa. Pero la mayoría de los alumnos se las componían para conocerla un poco más , antes de su regreso. Sobre todo, cuando venían predeterminados a encontrar sus raíces familiares dondequiera que estuvieran. En cualquier caso, uno de los aspectos del Programa más apreciado en las encuestas anuales de evaluación era, precisamente, que se desarrollara en Europa. Porque, para muchos, era al primer contacto directo con los orígenes de su cultura.

Objetivos del PGLA

Por otra parte, el Programa perseguía (con bastante éxito, por cierto) tres objetivos fundamentales: 1) Actualizar los conocimientos y métodos de trabajo de los participantes, mediante el análisis de experiencias punteras y tendencias globales del sector informativo. 2) Ayudarles a asumir las exigencias deontológicas de la profesión, indispensable para su realización personal y el progreso de la sociedad. 3) Orientarles en la elaboración del proyecto más adecuado para su ascenso profesional inmediato.De hecho estos ascensos se producían casi como regla general; lo cual reforzaba gradualmente el prestigio del Programa en los medios… y la solidaridad de los participantes con los demás de todas las promociones: “los PGLA´s” se sentían unidos, por encima del tiempo y las fronteras.

Sin embargo, lo que más llamaba la atención era la permanencia de sus vínculos afectivos (y efectivos) con la Facultad. Gran parte de los exalumnos seguían en contacto con ella, colaboraban con ella como podían, volvían en cuanto tenían oportunidad de hacerlo… y se volcaban atendiendo en sus países a los profesores del Programa. Viajé muchas veces por América con colegas norteamericanos y europeos. Y siempre vi que les dejaba atónitos la cordialidad de nuestros reencuentros con los exalumnos del PGLA en todas partes. Porque consideraban que no era normal, dada la brevedad del Programa y los años transcurridos desde que lo cursaron.

Sin embargo era explicable. Cuando los alumnos llegaban a la Facultad, se les aclaraba que el PGLA se desarrollaría en dos fases: la primera, en Pamplona durante seis meses escasos, la segunda, donde cada cual estuviera el resto de su vida. La aclaración no era retórica, expresaba un propósito fundamental del Programa: facilitar en la medida de lo posible la formación continua de los graduados; o, al menos, mantener vivos en ellos los principios inspiradores del PGLA. Por eso, se dedicó desde el principio tanta atención a la segunda fase como a la primera; o incluso más, porque era más difícil. Y el sistema funcionó bastante bien.

Al paso de los años, se fueron estableciendo en toda América Delegaciones del PGLA, integradas por tres o cuatro e los ex-alumnos que se reunían periódicamente, estaban en contacto continuo con la dirección del Programa, y hacían de puente entre ella y sus compañeros.

Los cometidos fundamentales de las Delegaciones eran ocho:

1) Mantener al día los datos de todos los graduados en su demarcación: dirección postal, ocupación…y, en su caso, nombre del cónyuge y sus hijos, y fecha de nacimiento de éstos (el PGLA rebasaba intencionalmente el ámbito profesional). Los datos se recopilaban en Pamplona, y se enviaban a todos…cuando se podían buenamente: por aquel entonces no había Internet, y resultaba muy trabajoso hacerlo. Pero así se mantenía fresco el rastro de la inmensa mayoría de los ex-alumnos.

2) Enviar regularmente a Pamplona noticias de todos ellos por nimias que parecieran, para la Carta Circular que se cursaba desde aquí cada tres o cuatro meses. Era una especie de “Faustino”, pero en pobre y sin Vidal-Quadras. Sin embargo, tenía un éxito enorme; porque, cuando el afecto anda por medio, nada es insignificante.

3) Convocar a los demás a las tertulias radiofónicas, en los días y horas señalados desde Pamplona. Las iniciamos en diciembre de 1979. La idea fue de un argentino cordobés, Jorge Adino de Bernardo, radioaficionado furibundo y expertísimo. Como todos ellos se conocen (aunque sea solo por las siglas de sus estaciones, y a base de repetir “corto y cambio”, “¿me copias?”, y frases similares), fue fácil de organizar una red panamericana de radioaficionados colaboradores del PGLA, en cuyas casas se reunían los ex-alumnos cuando salíamos al aire. Lo hacíamos cada tres o cuatro meses. Y en el invierno tenía un éxito enorme.

4) Hacer llegar, a todos y cuanto antes, los documentos e informaciones que se les enviaban, sobre becas de postgrados, viajes de estudio, congresos, ofertas de trabajo en otros países, etc. No eran muchos, pero si interesantes.

5) Seleccionar posibles colaboradores, preferiblemente graduados del PGLA, para los trabajos de investigación comparativa que la Facultad fuera poniendo en marcha con ayudas externas. La Tinker Foundation , de New York , financió los primeros; y la ayuda de los colaboradores fue determinante.

6) Promover solicitudes de asesoramiento de la Facultad a empresas e instituciones profesionales o académicos del sector informativo, y proponer posibles colaboradores para esas tareas. La eficacia de los graduados del PGLA a este respecto fue decisiva, como ya se ha dicho repetidamente.

7) Promover candidatos para el PGLA entre profesionales de valía, preparar a los seleccionados para facilitar su integración en el Programa, y acogerlos a su regreso. De hecho las candidaturas mejores llegaron por esta vía; y el arropamiento de los delegados, antes y después del Programa, fue muy efectiva.

8) Organizar cada cuatro años un Encuentro Internacional del PGLA, pero abierto a profesionales ajenos al Programa, con tres objetivos: analizar problemas vivos de interés general, en un marco pluralista; establecer la agenda cuatrienal del PGLA; y ampliar las bases de actuación de sus graduados. Organizaron cuatro Encuentros.

El Encuentro de Medellín

El primero se celebró en 1981 en Medellín, capital de Antioquia y patria de los paisas, gente de rompe y rasga, tenaz y emprendedora, que demuestra con hechos que la eficacia es compatible con el clima tropical… sobre todo, en las mujeres. Por aquel entonces eran mujeres precisamente todos los “PGLAs” de Medellín: diez amigas, con peso en la ciudad.

Una de ellas, Carmen Victoria Restrepo, había sido varios años secretaria de Programa, mientras cursaba el doctorado en Pamplona. Y la llamé:

─ ¿Os atreveríais a organizar el primer Encuentro?

Eran allí las tantas de la noche, y Carmen Victoria estaba semiaturdida por lo intempestivo de la hora a que le había sacado de la cama. Pero espabiló en el acto:

─ ¡Eh, Avemaría, pues!, ¡por supuesto!

Dicho y hecho. En cuanto se levantó convocó a las otras nueve, se pusieron las pilas, trabajaron sin descanso durante meses, consiguieron ayudas de todo tipo… y el Encuentro se celebró en un marco incomparable: el orquidiario del Jardín Botánico de la ciudad. Visto el éxito, se decidió en la sesión de clausura que las paisas plasmaran por escrito su experiencia y la transmitieran a los chilenos, que organizarían el siguiente Encuentro.

El Encuentro de Viña del Mar

El escenario del segundo fue Viña del Mar, a orillas del Pacífico (que, por cierto, no parece serlo tanto como sugiere su nombre). Se celebró en 1985, en un hotel copado a tal efecto. Para entonces ya habían pasado por el PGLA casi treinta chilenos, y su colaboración fue muy apreciable. Pero nada habría salido tan bien como salió, de no ser por el pequeño equipo capitaneado en tandem por dos mujiereh reegiah (sic): María José Lecaros e Isabel Seguel.

El director de la publicación en que ésta trabajaba le había consentido dedicar horas y horas al Encuentro, sin darse por enterado. Y al agradecérselo en nombre del Programa, replicó:
─ Soy yo quien debe estar agradecido, por el esfuerzo que nos ahorra el PGLA. Cuando necesitamos información urgente y fiable de cualquier país de América, la Isabel saca su libreta de direcciones de exalumnos del Programa, hace un par de llamadas, y la obtiene siempre.

La naturaleza puso la guinda en la tarta. Pocas horas después de la cena de clausura, el hotel fue sacudido por un terremoto de grado seis… y se vació a la carrera. El Encuentro acabó en la jardín, con los asistentes en traje de noche… celebrando el incidente.

El Encuentro de Buenos Aires

Cuatro años mas tarde, en 1989, tuvo lugar el tercer Encuentro, en el Hotel Plaza de Buenos Aires, es decir: en pleno corazón de la despampanante capital porteña. Los puntales de su organización fueron dos padres de familia más que numerosas, Daniel Díez y Guillermo D´Áiello. Contaban con la ventada de la experiencia acumulada en Medellín y Viña….y, sobre todo, con el acicate de que los chilenos habían dejado muy en alto el listón. Así que no se pararon en barras.

El Encuentro fue declarado de interés nacional y municipal, con todas sus (beneficiosas) consecuencias. Se hicieron presentes en la apertura las más altas autoridades del país, una buena docena de embajadores. Los actos fueron transmitidos en directo por la televisión a la nación entera. Asistieron a ellos más de setecientos profesionales, de toda América. Y la sede del Encuentro, engalanada, se convirtió durante unos días en el salón más concurrido de la ciudad. Chapeau…

El Encuentro de Monterrey

El siguiente Encuentro se celebró en Monterrey en 1993. Tres años antes, Adveniat había optado por asignar los recursos del Programa a otros, específicamente dedicados a los medios de comunicación de la Iglesia. De manera que la ultima promoción del PGLA fue la de 1990. Pero como la segunda fase del Programa funcionaba aunque ya no existiera la primera, los regiomontanos convocaron en la fecha prevista el cuarto Encuentro. Su artífice fundamental fue Salvador Guajardo. Los demás, le apoyaron cuanto pudieron. Salio paaadre (sic).

La (espléndida) villa de Adriana Garza fue el refugio de todos, y el marco de tertulias inolvidables. Su marido había descubierto lo mucho que significaba para ella el PGLA cuando preparan su viaje de boda_

─ ¿Te parece bien, cariño, que vayamos a Hawaii?
─ Si, mi amor, pero con una condisión (sic)
─ La que tu quieras, sielo (sic)
─ Que pasemos por Pamplona

En Monterrey, por decisión expresa de los profesores seniors, todas las ponencias fueron presentadas por los juniors, para dejar claro que el relevo generacional de la Facultad no afectaba a sus vínculos con los graduados del PGLA.

Alfonso Sánchez-Tabernero suele decir que en Monterrey descubrió América y quedó enganchado a ella para siempre, fascinado por la magnitud y hondura de la cordialidad de los graduados del PGLA. Y la verdad es que su afecto alcanzó cotas altísimas en multitud de casos. El de Fernando Sevilla es un ejemplo limite, aunque no único.

Fernando Sevilla

Su venida al PGLA en 1977, recién casado, fue el inicio de una gran amistad que mantuvimos por correspondencia desde que regresó a Quito hasta su muerte. Era un hombre bueno, sensible y muy culto. Fue el primero en inscribirse para el Encuentro de Medellín de 1981. Pero pocas semanas antes de que comenzara se sintió mal. Resultó que tenia un cáncer en fase terminal: los médicos le daban dos o tres meses de vida, como máximo.

En cuanto lo supe, reajuste mi agenda y volé a Quito, me abrazó, conmovido de alegría. Estaba consumido, aunque todavía en pie. Nos sentamos frente a frente, y comencé a animarle lo mejor que me lo permitía la emoción. El escuchaba sonriente y en silencio. Y de pronto, me miró como pidiendo permiso para hablar; y con la voz entrecortada de fatiga, comenzó a hacerlo pausada y suavemente. Jamás olvidaré lo que me dijo (y me pidió que dijera a los demás profesores).

Quería que supiéramos que estaba muy tranquilo. Que agradecía mucho a Dios haber aprendido en la Universidad de Navarra, casi sin darse cuenta, a amar la vida, mirar la muerte como simple comienzo de la Vida eterna, y querer a los demás con obras. Que eso le había servido mucho más que todo lo aprendido en su carrera. Que, aunque estaba a punto de morir, no le extrañaba que no le visitaran los profesores de su Facultad, porque probablemente ni le recordaran….pese a que habían coincidido en las aulas cinco años. Que, precisamente por eso, le conmovía que hubiéramos ido a verle, uno tras otro, López-Escobar, Soria y yo, profesores de una Universidad en la que había estado medio año escaso. Y que, por todo ello, la sentía más suya que ninguna otra.

El Programa América

En febrero del 2000, la Facultad presentó oficialmente en Pamplona el Programa América, que seria en cierto modo la prolongación del PGLA. Pero el asunto rebasa el marco de estas Desmemorias…

jueves, 11 de junio de 2009

La historia del PGLA, de principio a fin

Nota del Editor: el profesor Carlos Barrera sacó a luz a principios de junio una muy ilustrativa obra titulada “Historia de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. Medio siglo de docencia e investigación (1958-2008)”, que en su capítulo cuarto incluyó apartes sobre el aparecimiento, vida y fin del Programa de Graduados Latinoamericanos (PGLA).

Escribí al profesor Barrera y le pedí el envío de las referencias concretas al PGLA en el libro. Recibí, fundamentalmente, tres archivos PDF que he editado y a los que he insertado subtítulos para facilitar su lectura, manteniendo su cronología original. Por razones técnicas la inserción en el blog se efectuó en tres partes incluyendo, cada una, al final, sus propias notas de pie de página.

PRIMERA PARTE

La gestación del PGLA

Con fecha 28 de diciembre de 1970 llegó a Alfonso Nieto, director del aún Instituto de Periodismo, una carta firmada por el Dr. Paul Hoffacker como director-gerente de la Bischöfliche Aktion Adveniat, una fundación alemana dependiente del episcopado de aquel país dedicada específicamente al desarrollo de la Iglesia en Latinoamérica. En un correctísimo castellano, le informaba de que estaban muy interesados “en un Programa para la Formación de Periodistas”. Habiendo llegado a sus oídos, por una referencia que les habían dado en la Universidad Andrés Bello de Caracas (Venezuela), la existencia de un programa para periodistas postgraduados en la Universidad de Navarra, exploraba la posibilidad de que uno de sus representantes, el Dr. Schmidt, “pudiese pasar por Pamplona alrededor de los días 17 a 20 de Enero del año que viene” (2). Seguramente la referencia al programa de postgraduados venía por los cursos especiales para periodistas que durante los años sesenta se habían celebrado en el Instituto.

Esta carta marcó el punto inicial de la gestación de una actividad, el Programa para Graduados Latino Americanos (PGLA), que se desarrollaría de forma ininterrumpida entre 1972 y 1990 y que, en palabras de su director desde 1979, Francisco Gómez Antón, “fue el programa estrella de la Facultad durante los dieciocho años que duró”. Razones no le faltan cuando desgrana los muchos frutos que dio: “cobró enseguida un gran prestigio en los medios periodísticos y académicos americanos; (…) sus graduados organizaron cuatro Encuentros Internacionales; (…) contribuyó decisivamente al desarrollo de las relaciones y servicios de la Facultad en toda América; y (…) muchos siguen todavía en contacto con ella y entre sí” (3).

Reunión con delegado de Aktion Adveniat

Volvamos de nuevo a los orígenes. El 7 de enero de 1971, el profesor Nieto contestó al Dr. Hoffacker. Le expresaba que su carta había sido “motivo de especial alegría”, y prudentemente dejaba deslizar que “sin duda puede resultar singularmente oportuno el mantener cambios de impresiones y realizar un estudio conjunto para analizar posibles modos de coordinación en la tarea docente e investigadora; en especial por lo que se refiere al perfeccionamiento de profesionales de la información de la América Latina” (4). Por ello le comunicaba que no tenía inconveniente en recibir al Dr. Schmidt en las fechas indicadas. Una vez concertadas las fechas, el colaborador de Adveniat llegó al aeropuerto de Bilbao la tarde del lunes 18 de enero y celebró reuniones de trabajo en el Instituto de Periodismo durante los dos días siguientes.

A modo de resumen de lo que sucedió, valga la impresión de Alfonso Nieto transmitida por carta el 21 de enero a la fundación Adveniat:

“Pienso que las horas de trabajo han sido útiles y pueden conducir a resultados positivos.
(…) Aunque quedan muchos aspectos por concretar, sin embargo me parece que se ha dado un primer paso muy positivo para ambas entidades.
La próxima etapa –cuya realización considero es de urgencia– debería referirse a la realización de un plan detallado, con estudios serios y rigurosos, en los que se concretase el mayor número de aspectos del Programa. No sería legítimo preparar con precipitación este Programa. Tan solo si empezamos pronto a prepararlo detalladamente será posible comenzar la tarea en enero de 1972. Es un Programa que vale la pena cuidar mucho” (5).

Del contenido de esta carta se deduce el interés mutuo que suscitó la idea, la seriedad con que se quiso proceder desde un principio, y la urgencia en cubrir los pasos intermedios para poder empezar el programa en apenas doce meses de plazo.

Contactos previos en Venezuela y Brasil

La idea de organizar estos cursos para periodistas había sido ya tratada algunos meses antes, por parte de Adveniat, con la Universidad Andrés Bello de Caracas, de donde había partido la información que llevó al Dr. Schmidt al Instituto de Periodismo de Navarra. El padre Alberto Ancízar, jesuita y fundador de la Escuela de Comunicación Social de aquella universidad (6), había sido contactado para organizar un programa similar al ofrecido a Navarra. En una carta que Hoffacker envió a Ancízar el 1 de febrero de 1971, de la que una copia adjuntó a Alfonso Nieto, le recordaba las conversaciones mantenidas y le planteaba si seguía interesado en participar en ese programa: “Nuestros colaboradores han estado en varios países de América y de Europa para buscar Escuelas que reúnan las condiciones para tal programa. Nos damos cuenta que hace falta mucha preparación previa para que salga bien el proyecto” (7). Estas últimas palabras parecían un eco de las que Nieto le había transmitido poco antes.

En la misma carta le pedía la dirección del profesor brasileño Luis Beltrao, de la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul (Porto Alegre) con quien la Fundación ya había mantenido conversaciones en 1970 para desarrollar un programa similar. La intención era convocar una reunión en Caracas a comienzos de julio con la presencia de los tres principales responsables de los centros que podían acoger la iniciativa en Navarra, Caracas y Porto Alegre. “Nos alegraríamos mucho –escribía Hoffacker a Ancízar– si pudiéramos llegar a conclusiones concretas y a una buena colaboración” (8). La idea inicial era, por tanto, reunir un total de tres sedes distintas (una en España y las otras dos en América Latina) para el desarrollo de programas para periodistas.

Transferencia para comenzar los preparativos

El siguiente paso que se dio por parte de la fundación Adveniat fue el envío de una transferencia de 20.000 marcos para que el Instituto de Periodismo de Navarra comenzara los preparativos necesarios para ese curso especial. Otro acuerdo alcanzado en la reunión de enero fue una ayuda económica de 200.000 marcos, en cuatro entregas anuales de 50.000, para los gastos de financiación de los aparatos de televisión, supeditados a la celebración efectiva del programa. Como explicó Hoffacker en una carta enviada a tal efecto: “Con cada curso que se dé, se disminuye el préstamo en 50.000 marcos, en concepto de amortización de los aparatos, que de todos modos correspondería a nosotros liquidar” (9).

A finales de febrero, Alfonso Nieto, además de aceptar la fórmula del préstamo arriba indicada, le contaba a Hoffacker que ya habían celebrado la primera reunión de trabajo: “Han surgido muchas ideas iniciales que será preciso madurar con detenimiento y concretar”. Acerca de la proyectada reunión coordinadora en Caracas, le parecía “interesante” porque “será preciso concretar los criterios no sólo sobre admisión de candidatos, sino también sobre plan docente, sistema de enseñanza, número de horas dedicadas a cada una de las áreas de conocimientos, sesiones prácticas para los estudiantes, material de trabajo que se les facilitará, orientación individualizada sobre posible especialización de cada uno, etc., etc.”. Terminaba comunicándole la ilusión que el Instituto tenía con el proyecto: “He cambiado impresiones con la mayoría de los Profesores y todos ellos han recibido este asunto con especial interés y satisfacción” (10).

Contactos del profesor Nieto en Estados Unidos

El desarrollo de estas negociaciones previas coincidió en el tiempo con un viaje de unas cinco semanas de duración que el 4 de abril emprendió Nieto a Estados Unidos, invitado por el gobierno de dicho país. Le hizo saber al Dr. Hoffacker que pensaba “analizar con detalle los Programas que siguen en las Escuelas de Periodismo y que estén especialmente dirigidos a Graduados”, y más específicamente “los Centros de Perfeccionamiento de Periodistas de N.Y Columbia, Chicago, San Francisco, Missouri (Columbia)”. Hacía hincapié en el interés especial que pondría en recoger “metodología activa en materias de enseñanza de cuestiones informativas en los sectores de Televisión y Radio” (11).

A la vuelta de su viaje, Nieto y Hoffacker firmaron el convenio de la “donación condicionada” de 200.000 marcos para los aparatos de televisión (12). El siguiente paso importante que debía darse era la reunión de Caracas, que dependía de la disponibilidad del padre Ancízar, que finalmente dio su visto bueno a que se celebrara entre los días 4 al 10 de julio (13). Una vez coordinados, Hoffacker y Nieto tomaron un vuelo de Iberia que salía de Madrid el 2 de julio a las 9.40 de la mañana y que haría escalas en Las Palmas de Gran Canaria y San Juan de Puerto Rico.

Primera mención al PGLA

Como preparación del encuentro, Alfonso Nieto envió con fecha 1 de julio original y copia de un informe “sobre el Programa para Graduados Latinoamericanos en medios de comunicación social (PGLA)”. Era la primera vez que se utilizaban dichas siglas para denominar el programa. En su carta, Nieto expresaba su deseo de que el extenso informe de 51 páginas, más otras 25 de varios anexos, “mereciera su estima y que efectivamente responda a los deseos y confianza que Vds. han depositado en el Instituto de Periodismo”. En otros dos párrafos añadía unos comentarios relativos a los aspectos económicos del programa:

“Teniendo en cuenta la diversidad de países en los que puede realizarse el
Programa, los diversos costes de la enseñanza, los gastos de la vida y de transportes (viajes y otros desplazamientos), nos parece que los aspectos económicos convendría que fueran propuestos por cada uno de los Centros que impartan las enseñanzas del PGLA.
En el Instituto de Periodismo ya hemos confeccionado un proyecto de presupuesto. Vamos a esperar a los cambios de impresiones que tengamos en Caracas para ultimar el presupuesto de gastos y poder remitirlo cuanto antes a Aktion Adveniat” (14).


El primer Director del PGLA

El informe estaba estructurado en cinco capítulos titulados: Introducción, Objetivos del Programa, Condiciones Generales, Contenido del Programa, y Aspecto Económico del PGLA (15). En la introducción se señalaba el “carácter indicativo” del contenido del estudio, es decir, se trataba de “una propuesta razonada que espera cuantas sugerencias y observaciones se considere aconsejable aportar por quienes concurran a la realización del Programa” (p. 1). Seguidamente se hacía un repaso de las actuaciones llevadas a cabo para preparar el informe: en especial la recopilación de documentación sobre la organización y estructura de programas similares, y la celebración de sesiones de trabajo con profesores del Instituto durante los anteriores cuatro meses “a fin de perfilar los conocimientos que más pueden interesar a los profesionales que cursen el Programa” (p. 5). Se señalaba la importancia que tuvo el viaje del profesor Nieto a los Estados Unidos, donde visitó 21 universidades y trajo consigo valiosas experiencias y contactos, y también el de Ángel Faus a Alemania centrado en Televisión. Se precisaba también la persona elegida como Director del Programa, José Tallón, del que se hacía una breve biografía:

“Es profesor del Instituto de Periodismo, Doctor en Derecho, Periodista. Durante 20 años ha estado realizando trabajos profesionales en empresas de prensa, primero como Director del Departamento Económico de una de las principales empresas periodísticas españolas (SARPE) y posteriormente como Director de un diario. Desde hace tres cursos académicos está incorporado al Claustro de Profesores del Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra” (p. 3).

Calendario de trabajo para el PGLA

El calendario de trabajo que se incluía al final de la introducción sugería la “conveniencia de iniciar el PGLA el día 15 de enero de 1972”, para lo cual el 15 de septiembre se fijaría como “fecha límite para remitir observaciones y propuestas de modificación al presente Informe”, cuya redacción definitiva se haría en el plazo de un mes. El 15 de octubre se aprobaría el PGLA en una reunión en Essen (Alemania), sede de la Fundación Adveniat, y se formalizarían “los oportunos contratos o acuerdos entre la Aktion Adveniat y cada uno de los Centros Universitarios que asuman la responsabilidad de realizar el Programa”. A partir del 25 de octubre se iniciaría la difusión pública del programa y su promoción; del 1 al 10 de diciembre se realizarían las entrevistas a los candidatos presentados; y el día 20 de ese mismo mes se comunicarían las admisiones (pp. 6-7).

Las reuniones de Caracas, finalmente celebradas entre los días 4 a 7 de julio, fueron fructíferas a juzgar por los resultados y comentarios posteriores. Según consta por una carta de Alfonso Nieto al Dr. Hoffacker, “el Informe mereció la plena aprobación y elogio” e incluso el padre Ancízar “me rogó que le dejásemos un ejemplar, pues estimó que le sería de gran utilidad para confeccionar su programa y el Informe correspondiente que ellos piensan elevar dentro de unos meses a Aktion Adveniat” (16). En la comunicación interior que el Instituto de Periodismo escribió al Rectorado de la Universidad para dar cuenta de lo acordado, y tras realizar una síntesis de los pasos y gestiones anteriores, explicaba el planteamiento final de la fundación alemana:

“ (…) Aktion Adveniat ha propuesto que el PGLA se imparta en tres Universidades y a tres niveles académicos diferentes:
– Nivel A: Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra. Programa de alta calidad docente y académica. En este nivel –tal como se expresa en el Informe– se hará especial mención a los aspectos ideológicos y humanísticos que contribuyan a una mejor capacitación de los profesionales de la prensa, radio y televisión.
– Nivel B: Escuela de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas). Programa con una orientación preferentemente técnica y menor dedicación a los aspectos humanísticos.
– Nivel C: Escuela de Periodismo de la Universidad Católica de Porto Alegre
(Brasil). Programa de iniciación profesional. El objetivo de este Programa será proporcionar los conocimientos fundamentales a quienes ya están trabajando en medios informativos y no poseen una capacitación previa” (17).


Plena y total autonomía para selección de candidatos

Se subrayaba en el punto séptimo del escrito que el Instituto de Periodismo mantendría “una plena y total autonomía en la selección de candidatos y en la programación y desarrollo del PGLA”, tal como se preveía en el borrador de convenio que se adjuntaba como anexo 4. Finalmente se urgía al estudio y revisión de los informes y del convenio que Adveniat requería porque “la Junta encargada de la aprobación del PGLA se reúne en la segunda semana de septiembre; con dos semanas de antelación distribuye entre las personas que integran dicha Junta las propuestas” (18). A finales de agosto, Hoffacker le aseguraba a Nieto que “no tenemos duda de que la Comisión Episcopal de la Aktion Adveniat aceptará con satisfacción el programa proyectado, ya que está planeado con mucha perspectiva” (19). También le comunicaba que había enviado el informe al profesor Roegele para conocer su parecer, noticia que agradó sobremanera a Nieto: “para este Instituto de Periodismo es un honor que el prof. Roegele dé su parecer sobre nuestro proyecto PGLA” (20). No en vano era doctor honoris causa por la Universidad de Navarra desde 1967.

Se firma el Convenio

Finalmente el convenio entre Adveniat y el Instituto de Periodismo se firmó en Essen el 14 de octubre, aprovechando un viaje a Alemania que debía realizar Alfonso Nieto. Se seguía así el calendario sugerido en el informe para que en enero de 1972 pudiera dar comienzo la primera edición del programa. El convenio adjuntaba el informe de junio, avalando así “los objetivos, contenido, plan de estudios y condiciones generales” que en él se enumeraban. Tendría una duración de “cuatro años, prorrogable por mutuo acuerdo de ambas partes”. Como ya se había acordado, la admisión y la organización de los estudios y del profesorado competía al Instituto de Periodismo aunque se mencionaba que “Aktion Adveniat podrá designar un representante suyo como miembro” del Comité de Admisión. La mayoría de los once artículos del convenio se referían a los asuntos de financiación: se trataba de una cuestión importante porque la fundación cubría todos los gastos académicos del programa, tanto los relativos a docencia como las becas destinadas a los alumnos admitidos (21).

Una cláusula adicional precautoria establecía que “el Programa previsto para el año 1972 tiene carácter experimental”, y que el Instituto de Periodismo debería presentar un informe escrito durante la primera quincena de abril de 1972 con las experiencias iniciales obtenidas. Tras ese informe Aktion Adveniat haría llegar al Instituto su opinión y la confirmación de la prórroga para años posteriores. A pesar de dicha cláusula, el Instituto comunicó a Rectorado, al adjuntar el convenio, que “se mantienen fundadas esperanzas de que pueda renovarse para futuras ediciones” (22). Así las cosas, de los tres centros universitarios que fueron contactados para el desarrollo de un programa para periodistas latinoamericanos, el único que finalmente acometió la tarea de organizar uno de alto nivel académico fue el proyectado por el Instituto de Navarra, con la aprobación de Adveniat y de su Comisión Episcopal.

A nadie se le ocultaba que los plazos para la difusión y promoción de la primera edición eran cortos, pero se procedió a hacerlo con la mayor diligencia posible. Como se describió en la memoria provisional presentada en mayo de 1972, “pudo planificarse una acción promocional lo suficientemente intensa como para confiar en que los resultados serían satisfactorios” (23). Se detectaron como sectores potencialmente interesados en su conocimiento: los centros superiores de enseñanza de la comunicación en América Latina; los organismos estatales de cada país, encargados de fomentar los intercambios culturales a nivel internacional; las asociaciones profesionales de prensa, radio y televisión; las empresas informativas; y los graduados y profesionales de medios de comunicación ya conocidos. Gracias a la financiación adelantada por Adveniat, se elaboraron folletos que, acompañados de un impreso de solicitud y en número total de 1.676, fueron enviados a 680 destinos diferentes entre el 28 de septiembre y el 4 de octubre.

Se forja la primera promoción del PGLA

El plazo de solicitud de admisiones finalizó el 5 de noviembre de 1971, y se recibieron un total de 68 solicitudes procedentes de 12 países distintos. Según el sexo, eran 31 mujeres y 37 varones; atendiendo a la edad, 21 solicitantes tenían 20 y 25 años, 26 contaban entre 26 y 29 años; 11 entre 30 y 35; y 10 tenían más de 35 años. Entre el 16 de noviembre y el 4 de diciembre el director del programa, José Tallón, entrevistó a todos ellos en México, Guatemala, Bogotá, Lima, Santiago de Chile, Buenos Aires y Sao Paulo. “En cada entrevista –se decía en la memoria– se mantuvo un cambio amplio y cordial de impresiones con cada solicitante, se le informó extensamente de las circunstancias y características del programa, así como se procuró conocer las realidades y deseos de cada candidato en orden a su mejor y más eficaz aprovechamiento del PGLA” (24).

El Comité de Acceso al Programa, formado por los profesores Gloria Toranzo, Carlos Soria (en representación de Adveniat), Juan José García-Noblejas y José Tallón, se reunió el 11 de diciembre. Tras examinar todas las solicitudes admitió a 15 candidatos (11 por unanimidad y 4 por mayoría simple de votos). Era la cifra que se había establecida como idónea para el lanzamiento del PGLA. Formaron la primera promoción los siguientes alumnos: Talis de Marinho de Andrade Lima, Humberto María Arbeláez Ramos, Armando Hugo Bernal Gaitán, Eron Brum, María del Rosario Camargo Espriú, Geraldo Camali Valente, Silverio Gavilán, Eugenio Gómez Martínez, Lidia Leo Paterno, Jorge Enrique Merino Utreras, Sara Monzón Basterrechea, Ciro Óscar Oviedo Sforzini, María Lourdes Romero Álvarez, Alcina da Silva, y Jaime Uribe Botero. Procedían de un total de 8 países, con fuerte predominio de Brasil, con 4 alumnos, y Colombia con 3.

El exitoso banco de pruebas del primer año

El programa se había puesto en marcha en un tiempo record: apenas un año desde la carta que Alfonso Nieto contestó en enero de 1971. El 15 de enero de 1972 comenzaban las clases de la primera edición. El informe preparado en el mes de junio de 1971, que había obtenido tantos parabienes, se demostró como una pieza clave para convencer de la seriedad y de la viabilidad del proyecto. Tan fue así que se adjuntó, como se ha dicho, al convenio firmado en octubre de 1971. Por ello merece ser explicado con algún mayor detalle, sobre todo en lo relativo a los objetivos, condiciones generales y contenidos que se planteaban.

A la hora de delimitar los objetivos fundamentales, el informe decía que convenía evitar tanto una excesiva “dispersión” como las “metas difícilmente realizables o utópicas”. De ahí se llegaba a la conclusión de que debían trazarse cuatro objetivos específicos:

– “proporcionar (…) un perfeccionamiento en aquellas áreas que actualmente son de interés común para todos los profesionales de la prensa, radio y televisión”
– “procurar, dentro de las posibilidades docentes y técnicas de cada centro, satisfacer e incrementar los conocimientos especializados de cada uno de los participantes en el Programa”
– “Facilitar que los participantes establezcan relaciones profesionales con colegas europeos o latinoamericanos, de manera principal en lo que se refiere a su especialización. Que conozcan las principales empresas informativas europeas o latinoamericanas”
– “Poner las bases para alcanzar un afán individual de formación permanente. La capacitación profesional –sobre todo en el campo de los medios informativos– exige una constante comunicación y estudio” (25).


Sobre las condiciones generales, se expresaba la conveniencia de una duración de entre cinco y seis meses porque “permite una enseñanza continuada e intensa, facilita el conocimiento y compenetración con los Profesores”, y además resultaría asequible obtener permisos laborales en empresas informativos por ese período. El número de admitidos debía ser entre “un mínimo de quince personas y un máximo de veinticinco”, cálculos que, además del componente económico, tenían en cuenta “la necesidad de una enseñanza individualizada” y “la atención personal que deben prestar los Profesores” (26).

El capítulo dedicado a los contenidos del programa ocupaba 22 páginas, lo que demostraba la importancia que se concedía este aspecto nuclear del proyecto. Se seleccionaron seis áreas de conocimiento prioritarias: 1) Filosofía y Pensamiento Actual; 2) Deontología Profesional; 3) Literatura; 4) Economía, Empresa y Derecho de la Información; 5) Análisis de contenidos de medios de opinión pública, y prensa comparada; 6) Radio, Cine y Televisión. Las tres primeras áreas tenían un enfoque preferentemente humanístico mientras que las tres restantes eran más específicamente periodísticas. De gran interés, desde el punto de vista de la reflexión teórica subyacente, resultaba la explicación del fundamento de esta selección:

“La experiencia que tenemos en el Instituto de Periodismo, verificada con la de otros Centros de Enseñanza del Periodismo, lleva a la siguiente conclusión: en su trabajo profesional el periodista tiene una particular inclinación a anteponer la acción al pensamiento.
Por ello consideramos muy conveniente que (…) se haga especial hincapié en los sectores de conocimiento que conducen a una mayor capacitación en la difícil tarea de ‘pensar’; pensar de acuerdo con las circunstancias, necesidades y exigencias del ámbito periodístico (…)
Para un periodista la capacidad de reflexionar tiene su primera motivación en la oportunidad que se le ofrezca de conocer, con profundidad y claridad, las ideas que hilvanan y delimitan la realidad social del tiempo presente. El conjunto de saberes que tradicionalmente se llaman ‘’humanísticos’ constituye la base de una nueva conformación de la opinión pública (…)
La enseñanza de las áreas de conocimiento seleccionadas para el PGLA deberá estar presidida por la continua referencia a situaciones concretas y actuales, evitando la pura especulación o los planteamientos meramente teóricos (…)” (27).


Similitud de programas

Esta era la filosofía de los contenidos del PGLA que venía a reproducir, adaptada a un programa especialmente dirigido a profesionales, la que el propio Instituto de Periodismo, con distintas variantes, venía practicando desde su fundación en 1958. El informe desgranaba cada una de las seis áreas, e incluían bosquejos de temarios que podían incluir cada una de ellas. La misma experiencia ya acumulada durante trece años presidía las reflexiones sobre la estructura docente del PGLA. La base fundamental debía aportarla el profesorado permanente, habitualmente el propio del Centro. Junto a ellos se contaría también con profesores visitantes para “períodos breves y determinados”, y también con “expertos” porque “existen aspectos técnicos de la prensa, radio y televisión que exigen explicaciones concretas y detalladas que no siempre están al alcance del Profesor universitario” (28).

La especificidad del perfil de los alumnos del programa, graduados y profesionales del periodismo, “aconseja seguir –decía el informe– una metodología en la enseñanza que sea activa y participada” y que fomentara “la frecuente relación profesor-alumno”. Por eso se procuraría tener un “trabajo abundante, denso, intenso”, con la “necesidad de reflexionar individualmente y en equipo”. De ahí que se pensara utilizar el método del caso, el comentario de notas técnicas o artículos previamente distribuidos, etc., con el fin de “lograr la deseable enseñanza intensa, útil y participada” (29). Como otras formas de acercar a los estudiantes a la realidad intelectual y social, difícilmente abordables por un solo profesor, algunas cuestiones se tratarían mediante ciclos de conferencias y coloquios o mediante la participación del grupo del PGLA en alguna de las actividades programadas en la Universidad. También se apuntaba la posibilidad de realizar viajes de estudio, dentro del período lectivo del PGLA, para visitar empresas informativas europeas.

Algunos de los anexos del informe recogían un listado amplio de hasta 36 profesores visitantes, periodistas y expertos que podrían impartir enseñanzas en el programa, entre ellos un buen número de norteamericanos, franceses, alemanes e italianos. Algunos de ellos ya habían estado en Pamplona en otras ocasiones, a otros se les había ya cursado invitación para venir, y finalmente otro grupo podría ser invitado por las relaciones que se mantenía con ellos desde el Instituto de Periodismo.

La primera auditoria del Programa

La memoria de actividades realizada a comienzos de mayo de 1972 adquirió, en este sentido, un cierto componente de auditoría interna acerca de los resultados obtenidos que, si bien provisionales porque el programa finalizaría el 30 de junio, eran ya significativos acerca del grado de cumplimiento de los objetivos y de los métodos. Se preveía un total de 759 horas de trabajo para cada alumno durante los cinco meses del programa (355 para el área de formación humanística y 404 para el de técnicas periodísticas). Casi todas las mañanas de lunes a jueves se reservaban para el estudio y trabajo personal, dejando las clases y sesiones de las distintas áreas para la tarde; el viernes se dedicaba íntegro a radio y televisión, y la mañana del sábado para conferencias (30). Cada participante recibió además un buen número de casos prácticos y notas técnicas para cada área (31).

Continuaba la memoria detallando el cuadro docente (32) y explicando alguna de las actividades realizadas, como el ciclo de conferencias sobre “Desarrollo y libertad”, en el que participaron profesores de las universidades de París, Freiburg, Caen y Nurenberg, y un viaje de estudios a Madrid, entre los días 19 a 26 de marzo, donde visitaron los talleres de Altamira-Rotopress y de Hauser y Menet, las instalaciones de Prensa Española (editora del diario ABC), SARPE, la agencia EFE, Televisión Española, la cadena SER de radio, y las oficinas de la Oficina para la Justificación de la Difusión (OJD). El informe calificaba de “excelentes” los resultados del viaje dado que “cada participante pudo contrastar en sus medios informativos de referencia, o de interés por la índole de su tarea profesional, las características y realizaciones más notables en el campo de la información” (33).

Especial énfasis se puso en destacar la consecución de uno de los objetivos fundamentales del programa: la relación profesor-alumno. Se pudo lograr gracias a “la activa intervención del alumnado”, “las consultas formuladas al profesor al término de cada clase”, y la exigencia de delimitar un área preferente de investigación por parte de cada alumno con la ayuda de un profesor para aconsejarle acerca del método más conveniente para utilizar. “Tales contactos –concluía esa parte del informe– han fructificado en unas relaciones cordiales: de esta forma se asegura la efectividad del objetivo final del PGLA: dar ocasión a mantener un óptimo nivel de educación permanente” (34).

Cada siete o quince días se celebraron reuniones de coordinación y control del programa mediante la creación de “un órgano colegiado de examen y programación de actividades, constituido por los seis profesores coordinadores de cada área, por los delegados representantes del grupo latinoamericano, y por el Director del Programa” (35). Para un mejor orden y seguimiento de las actividades y discusiones, se levantaba un acta de cada reunión con los acuerdos tomados (36).

Sugerencias para mejorar las próximas ediciones

Especial interés tenía el último capítulo de la memoria, dedicada a las sugerencias para mejorar las próximas ediciones. Se aconsejaba seguir las líneas generales de actuación trazadas pero con algunas modificaciones en aspectos específicos tales como: una mayor antelación en las labores de promoción y del proceso de admisión; algunas correcciones en los criterios de selección de candidatos (edad máxima de 30 años, titulación académica, escritura de una memoria previa); mejoras en distintos aspectos del programa docente (curso previo de adaptación, nueva denominación del área de Filosofía, etc.); e incluso la conveniencia de suscribir seguros de enfermedad y accidentes para los alumnos (37). No era ajena, quizás, a esta recomendación el hecho de que el programa comenzara el 15 de enero, en pleno invierno pamplonés, y que año tras año los estudiantes del campus contemplaran, “divertidos, la sobrecarga de pellizas y bufandas de sus nuevos compañeros, de habla suave y cantarina” (38).

NOTAS DE PIE DE PÁGINA
1 Cfr. Carlos Barrera y Aires Vaz, “The Spanish Case. A Recent Academic Tradition”; en Romy Fröhlich & Christina Holtz-Bacha (eds.), Journalism Education in Europe and North America, Hampton Press, Cresskill, NJ, 2003, pp. 21-48.
2 Carta del Dr. Paul Hoffacker a Alfonso Nieto (28-XII-1970). Archivo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra (AFCUN).
3 Francisco Gómez Antón, Desmemorias…, p. 195.
4 Carta de Alfonso Nieto al Dr. Paul Hoffacker (7-I-1971). AFCUN
5 Carta de Alfonso Nieto al Dr. Paul Hoffacker (21-I-1971). AFCUN.
6 El sacerdote jesuita Alberto Ancízar fundó dicha Escuela el 4 de octubre de 1961 y fue su director hasta 1971.
7 Carta del Dr. Paul Hoffacker al padre Ancízar (1-II-1971). AFCUN.
8 Ibid
9 Carta del Dr. Paul Hoffacker a Alfonso Nieto (12-II-1971). AFCUN.
10 Carta de Alfonso Nieto al Dr. Paul Hoffacker (26-II-1971). AFCUN.
11 Carta de Alfonso Nieto al Dr. Paul Hoffacker (18-III-1971). AFCUN.
12 Cfr. Convenio firmado por Adevniat y el Instituto de Periodismo. La firma del Dr. Hoffacker lleva fecha de 10 de abril de 1971, y la de Alfonso Nieto el 10 de mayo, una vez regresado de su viaje. AFCUN.
13 Cfr. Carta del Dr. Paul Hoffacker a Alfonso Nieto (1-VI-1971). AFCUN.
14 Carta de Alfonso Nieto al Dr. Paul Hoffacker (1-VII-1971). AFCUN.
15 Programa Para Graduados Latinoamericanos en Medios de Comunicación Social. Informe (Junio 1971). AFCUN.
16 Carta de Alfonso Nieto al Dr. Paul Hoffacker (26-VII-1971). AFCUN.
17 Oficio JDIP 16/71 (26-VII-1971). AFCUN. Sobre las fechas previstas de comienzo se establecían la del 15 de enero de 1972 para el Nivel A en Pamplona, octubre de 1972 para el Nivel B en Caracas, y no había fecha para el nivel C que “supondría la adaptación de unos cursillos que actualmente se dan en la Universidad Católica de Porto Alegre”.
18 Ibid.
19 Carta del Dr. Paul Hoffacker a Alfonso Nieto (25-VIII-1971). AFCUN. También decía inmediatamente después: “Estamos también ansiosos de extender el programa a la Universidad Andrés Bello, según previsto [sic] en las conversaciones de Caracas”.
20 Carta de Alfonso Nieto al Dr. Paul Hoffacker (7-IX-1971). AFCUN.
21 Convenio entre la Bischöfliche Aktion Adveniat y el Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra para la ejecución del Programa de Graduados Latinoamericanos (PGLA) (14-X-1971). AFCUN.
22 Oficio JDIP 35/71 (29-X-1971). AFCUN.
23 Programa de Graduados Latinoamericanos. Memoria Curso 1971-72 (Pamplona, 6 de mayo de 1972), p. 20. AFCUN.
24 Ibid., p. 25.
25 Programa Para Graduados Latinoamericanos en Medios de Comunicación Social. Informe (Junio 1971), pp. 9-10. AFCUN
26 Ibid., pp. 11-12.
27 Ibid., pp. 21-22.
28 Ibid., pp. 37-39.
29 Ibid., pp. 39-40.
30 Cfr. Programa de Graduados Latinoamericanos. Memoria Curso 1971-72 (Pamplona, 6 de mayo de 1972), pp. 31-34. AFCUN.
31 Cfr. Ibid., pp. 34-40.
32 La relación de los profesores y expertos correspondientes a cada una de las seis áreas fue la siguiente.Filosofía y Pensamiento Actual: Juan María Guasch, Juan Cruz Cruz, Jorge Pérez Ballester y Jacinto Choza; Deontología Profesional: Luka Brajnovic y José Ortego; Literatura: Luka Brajnovic y Pedro Correa; Economía, Empresa y Derecho de la Información: Alfonso Nieto, Carlos Soria, José María Desantes y José Tallón; Análisis de contenido de medios de opinión pública y Prensa comparada: Miguel Urabayen, José Javier Uranga y Pedro Lozano Bartolozzi; Radio, Cine y Televisión: Elica Leahy; Ángel Faus, Juan José García-Noblejas, Rafael Alcaine, Ignacio Gabilondo y Francisco Sanabria.
33 Ibid., p. 48.
34 Ibid., pp. 40-41.
35 Ibid., p. 48.
36 Cfr. Ibid., pp. 49-60, donde se muestran varios ejemplos concretos de dichas actas.
37 Cfr. Ibid., pp. 62-69.
38 Francisco Gómez Antón, Desmemorias…, p. 198.

SEGUNDA PARTE

Los antiguos del PGLA y el Encuentro de Medellín de 1981

Entretanto, desde 1972, salía cada año una nueva promoción de entre 20 a 25 estudiantes del Programa de Graduados Latino Americanos (PGLA). El éxito del programa iba creciendo y era patente tanto en el número de solicitudes de admisión que se recibían para cada edición como por el grado de satisfacción que la formación recibida y los lazos creados en seis intensos meses de convivencia dejaban en los graduados. El delegado de la primera promoción, Ciro Óscar Oviedo, escribió una carta a Alfonso Nieto al poco tiempo de regresar a su país de origen, en la que resumía los buenos momentos que se llevaba, y terminaba diciendo: “Jamás pensé que volvería con recuerdos tan maravillosos y ese es mi capital ya de vuelta, son arcones repletos de amistad, experiencia, enseñanzas, fe” (1). Desde el principio, pues, la experiencia funcionó satisfactoriamente de tal forma que la Fundación Aktion Adveniat continuó financiando el programa y dejando una gran capacidad de autonomía directiva y de gestión a la Facultad de Ciencias de la Información.

Giras por América Latina

Los métodos de selección de los alumnos exigían el desplazamiento de uno o dos profesores de la Facultad a diversos países de América Latina cada verano con el objeto de entrevistar personalmente a cada uno de los solicitantes. Para la cuarta edición, por ejemplo, que comenzaría en enero de 1975, llegaron un total de 182 solicitudes de 14 países, de los que fueron finalmente admitidos 19 jóvenes profesionales de 8 países (2). Habitualmente se llegaron a recibir más de 300 solicitudes, pero la Comisión de Admisiones realizaba una preselección de unos 120 aproximadamente, basada en criterios de idoneidad de las condiciones profesionales exigidas, que era a quienes se entrevistaba. El entonces vicedecano de la Facultad, Francisco Gómez Antón, pasó, por ejemplo, 56 días de viaje en el verano de 1976 atareado en esos quehaceres. Preguntado acerca del porqué de esas entrevistas, respondió:

“Las entrevistas personales son parte esencial del proceso selectivo. Se trata de que el PGLA proporcione a los participantes la acción profesional. Ello requiere, entre otras cosas, que tengan ya experiencia suficiente, proyectos de interés, y capacidad de realizarlos. Las entrevistas tienen como fin completar la información contenida en las solicitudes” (3).

A esas alturas del programa eran ya más de 120 los profesionales que habían pasado por él y, como constató Gómez Antón, “varios de ellos (quizás seis o siete) son actualmente Decanos de Facultades de Ciencias de la Información”, aunque la mayoría trabajaba en medios de comunicación (4). Otra constatación ya evidente entonces era el interés que tenían los antiguos alumnos por mantener el contacto con la Facultad. Aprovechando ese mismo viaje, Gómez Antón se reunió con muchos de ellos, a quienes se unían también periodistas que habían estudiado en el Instituto de Periodismo. Así lo explicaba:

“América es cordial, y la cordialidad se extremaba en los encuentros hasta un punto difícil de explicar. Por otra parte, los participantes de cada Programa mantienen relaciones entre sí; de manera que me he visto convertido en portador de saludos, abrazos y cartas, de un país a otro” (5).

Se proyecta reunir a los antiguos alumnos del PGLA

Conseguido este ambiente de sintonía entre los graduados y con los profesores, no puede extrañar que en octubre de 1975 ya estuviera pensando la Facultad en organizar un “Encuentro de Antiguos Alumnos del PGLA”, tal como consta en un anexo de tres páginas enviado a Rectorado, donde se especificaban los objetivos, la periodicidad, las características, etc. Podría tener lugar en Bogotá o Medellín hacia el mes de septiembre de 1977. De modo claro se exponía que “la mayor parte de los participantes en el PGLA han manifestado de modo expreso su deseo de no perder contacto con la Facultad de Ciencias de la Información”. Lo más razonable parecía “concebir el encuentro como una reunión científica y profesional”, con ponencias y comunicaciones, lo que a la vez serviría para “mantener vivas las relaciones humanas y la coordinación entre los asistentes” (6).

Poco después se exponía otra idea complementaria que iba en la misma dirección del mantenimiento de las relaciones con los graduados del PGLA y de la formación continua: desarrollar, durante los viajes del verano, “un Seminario de cinco días lectivos de duración, que se repetiría en cinco ciudades de Latinoamérica” (7). Se añadía que Adveniat había mostrado su interés y podría financiarlo. Esta idea fue recogida también, tres meses después, por el Plan de Necesidades con unas interesantes reflexiones de partida:

“Sería una lástima que todo el esfuerzo desplegado para traer aquí a un par de centenares de periodistas latinoamericanos se diluyera, como ocurre casi inevitablemente cuando no existe una labor que asegure la continuidad de los contactos (…)
(…) Uno de sus objetivos principales sería poner a trabajar, en torno a temas importantes, a los mejores ex alumnos, relacionados entre sí y con la Facultad: sin tardar mucho constituirían de hecho un grupo multinacional interesante” (8).


Vitalidad y utilidad del Programa

Todas estas propuestas eran, en todo caso, un signo evidente de la vitalidad y utilidad del programa, que dirigiría José Tallón durante los siete primeros años y Francisco Gómez Antón desde 1979 (9). Otro de los frutos tangibles era el rápido ascenso profesional que buena parte de los graduados experimentaba al poco tiempo de regresar, lo cual reforzaba el prestigio del PGLA en los medios de comunicación del continente americano. En uno de los actos inaugurales del programa, el propio Gómez Antón efectuó un “recuento” de los logros profesionales alcanzados por los egresados: “una emisora de radio, dos agencias de noticias, dos productoras de TV, dos empresas editoriales, un estudio de diseño gráfico, la publicación de varios libros, la remodelación profunda de diversos centros universitarios y la reestructuración de algunas empresas periodísticas” (10).

Sin embargo, como ha recordado Gómez Antón, “lo que más llamaba la atención era la permanencia de sus vínculos afectivos (y efectivos) con la Facultad”, y así, “gran parte de los ex alumnos seguían en contacto con ella, colaboraban con ella como podían, volvían en cuanto tenían oportunidad de hacerlo… y se volcaban atendiendo en sus países a los profesores del Programa” (11). Narrando uno de sus viajes para entrevistar a candidatos a cursar el PGLA en el verano de 1979, Gómez Antón señaló un dato revelador: “Estaban en las ciudades por las que pasé 120 de los graduados del PGLA, y acudieron a las reuniones 112 de ellos, lo que constituye todo un récord” (12). Aunque todo esto no se conseguía por arte de birlibirloque, y por tanto era un aspecto que exigía trabajo, constancia y tenacidad por parte del equipo directivo y profesores del PGLA, también es cierto que se explicaba desde el primer día, según recuerda Gómez Antón: “Cuando los alumnos llegaban a la Facultad, se les aclaraba que el PGLA se desarrollaría en dos fases: la primera, en Pamplona durante seis meses escasos; la segunda, donde cada cual estuviera el resto de su vida” (13).

Establecimiento de Delegaciones territoriales

Con el paso de los años se fueron estableciendo Delegaciones territoriales por los distintos países de América Latina, capitaneadas por tres o cuatro ex alumnos que establecían la conexión con la Facultad y con el resto de graduados del país. Entre sus misiones figuraban: mantener al día las direcciones y demás datos de localización de los antiguos; enviar noticias a Pamplona, donde se elaboraba una Carta Circular cada tres o cuatro meses; convocar a las tertulias radiofónicas que comenzaron a celebrarse en diciembre de 1979 mediante frecuencias de radioaficionados; hacer llegar documentos e información sobre viajes, congresos, bolsas de trabajo, etc.; seleccionar colaboradores para los trabajos de investigación comparados que comenzaron a realizarse en los años ochenta; promover solicitudes de asesoramiento profesional a la Facultad por parte de empresas de comunicación o instituciones académicas de sus países; promover candidatos de valía para las distintas ediciones del programa; y organizar cada cuatro años un Encuentro Internacional del PGLA (14).

La Carta Circular

El origen de la Carta Circular se remonta a 1977. Al regreso de su viaje por América, el profesor Gómez Antón, en la imposibilidad de contestar a todas las cartas que le llegaban de los antiguos alumnos del PGLA, decidió preparar “una circular en la que conté a todos lo que me parecía más interesante de todos los demás”, con una extensión variable pero de un modo sencillo: una veintena aproximada de folios escritos a máquina con espacio simple (15). Material había más que suficiente porque, a la altura de 1985, solía recibir unas treinta cartas al mes (16). La primera salió con fecha 21 de noviembre de 1977. Por su parte, la tertulia radiofónica surgió en 1979 con la colaboración técnica de un radioaficionado argentino, Jorge Adino de Bernardo. A través de una de las cartas circulares, Gómez Antón pidió a todos que se pusieran en contacto con un radioaficionado de su ciudad y enviaran su “indicativo”; de esta forma desde Pamplona se enviaron a todos los indicativos de los demás, “y el 15 de diciembre, sábado, de 9 a 12 de la tarde (hora española) intentaremos mantener por radio una tertulia internacional” (17). El experimentó funcionó y “fue fácil organizar una red panamericana de radioaficionados colaboradores del PGLA, en cuyas casas se reunían los ex alumnos cuando salíamos al aire” (18), que era cada tres o cuatro meses aproximadamente. No se trataba tanto de intercambiar información, cosa que ya se hacía a través de las Cartas Circulares, sino –en palabras de su artífice intelectual, Gómez Antón– “una secuencia de alborozos con todos los acentos del habla americana” (19), un instrumento eficaz de cohesión entre los graduados de distintas promociones.

El Encuentro de Medellín en 1981

El montaje de mayor calibre fue, sin duda, el primer Encuentro de Antiguos Alumnos del PGLA, que se celebró en Medellín (Colombia) del 13 al 16 de julio de 1981. La idea venía ya de seis años atrás y finalmente se pudo concretar gracias a la capacidad de gestión de las diez graduadas del programa que trabajaban en aquella ciudad, quienes se erigieron en Comité Organizador y obtuvieron los recursos necesarios para su desarrollo, al que también prestó su colaboración económica la Fundación Adveniat, dirigida desde 1977 por monseñor Emil Stehle, que había sustituido al Dr. Hoffacker. A este esfuerzo hubo que añadir el de los participantes de toda América para sufragar sus gastos de desplazamiento.

El Jardín Botánico de la ciudad fue el incomparable marco elegido para acoger al centenar de asistentes, y fueron invitados como ponentes los profesores Soria, Gómez Antón, Brajnovic, Urabayen, Casado y López-Escobar, que trataron diversos aspectos relacionados con la ética de la profesión periodística (20). Por parte de Adveniat asistió su Secretaria General, Elisabeth Prégadier, que pronunció unas palabras en la sesión inaugural. También acudió el arzobispo de Medellín y presidente del CELAM (Conferencia Episcopal Latino Americana), monseñor Alfonso López Trujillo.

En un informe-resumen elevado a Rectorado poco después, se señalaron dos aspectos como los resultados más destacados. El primero de ellos, de orden más tangible, fue el establecimiento de “un proyecto para analizar los medios de difusión de Latinoamérica y su posible conexión con el desarrollo integral de los países latinoamericanos”: una iniciativa que un año después recibiría la aprobación financiera por parte de una fundación norteamericana. El segundo de ellos, de gran valor intangible, se describía así:

“Pero quizás el resultado más importante de la reunión ha sido, como ha dicho El Heraldo de México, el comprobar que ‘esta vía de ayuda a los pueblos americanos ha sido todo un éxito’, y que la formación recibida por los profesionales de la información que han tomado parte en el Programa para Graduados Latinoamericanos ‘está produciendo el efecto multiplicador deseado por Adveniat cuando promovió este curso’. Así lo perciben los doscientos once ex becarios, como lo muestran sus respuestas a una encuesta reciente: el 81% de los que tomaron parte en el PGLA consideran que el Programa ha sido de ‘muchísima utilidad desde el punto de vista profesional, y el 95% lo consideran ‘muy valioso’ para su enriquecimiento humano y su madurez personal” (21).

Los siguientes dos Encuentros de exalumnos

El éxito de esta primera convocatoria alentó la celebración de otros Encuentros en Viña del Mar (Chile) en 1985, y Buenos Aires (Argentina) en 1988. En 1985 ya eran unos treinta los chilenos que habían pasado por las aulas pamplonesas del PGLA, y María José Lecaros e Isabel Seguel capitanearon el equipo organizador, que “incluyó” en el programa un terremoto de 6 grados en la escala Richter durante la última noche, que no tuvo importantes consecuencias salvo la de evacuar todo el hotel “en el jardín, con los asistentes en traje de noche… celebrando el incidente” (22). Unos 250 asistentes, es decir, la gran mayoría de los egresados del programa, concurrieron allí y trabajaron y discutieron sobre temas de ética de la profesión a raíz de las ponencias de los profesores Nieto, Soria, Giner y Desantes.

En noviembre de 1985, Gómez Antón redactó un documento interno, titulado “Plan de Desarrollo del PGLA”. Estimaba su autor que, tras el Encuentro en Viña del Mar, convenía prestar una especial atención al desarrollo de una serie de operaciones que denominaba “de segunda fase”. Ya se estaban consolidando los Comités locales, considerados como “piezas clave de enlace con los graduados y de impulsión o apoyo en todo tipo de actividades”; pero ahora las prioridades iban hacia operaciones que “podían ser variadísimas: Encuentros Internacionales, Seminarios, conferencias en América, asesoramientos, investigaciones para publicación, difusión de las publicaciones de la Facultad, etc.”. Todo ello debía ir acompañado de “una buena organización del equipo directivo”, en el que entonces figuraban también los profesores Esteban López-Escobar, Miguel Urabayen y Aires Vaz (23).

El siguiente Encuentro de Antiguos Alumnos del PGLA tuvo lugar en Buenos Aires del 15 al 18 de septiembre de 1988. Daniel Díez y Guillermo D’Aiello, con la experiencia acumulada de los anteriores eventos, organizaron en pleno corazón de la capital argentina un Encuentro que fue declarado de interés nacional y municipal. Contó con gran presencia de autoridades, entre ellos el entonces presidente argentino Raúl Alfonsín, que lo inauguró en un acto que fue retransmitido por televisión en directo a la nación. Asistieron más de ochocientos profesionales de toda América, pues se abrió también a los no graduados del PGLA (24). Los organizadores del evento llegaron a publicar un periódico de ocho páginas, de distribución gratuita, con un amplio resumen informativo de las sesiones celebradas. En su presentación describían, de forma sumaria, el ambiente que se respiró:

“La respuesta obtenida superó las más optimistas expectativas: desde el Presidente de la Nación hasta el estudiantado en pleno de las carreras relacionadas con el área, pasando por destacados empresarios, funcionarios y periodistas, no fallaron a la cita y dieron un marco prestigioso, multitudinario y heterogéneo, pocas veces logrado en reuniones de este tipo” (25).

La etapa de desarrollo y madurez del Programa

La llegada a esta etapa de desarrollo y madurez del programa hizo posible que a partir de 1983 se iniciaran, con la ayuda de la Tinker Foundation norteamericana, un plan trienal de investigaciones sobre diversos aspectos de la información en América Latina. La idea había surgido del Encuentro de Medellín (26). La aprobación de la concesión de esas subvenciones llegó a finales de 1982: el 30 de diciembre, el decano Carlos Soria recibió una carta de la Fundación mediante la que se le comunicaba la asignación anual de 25.000 dólares por tres años “in support of the Project entitled A Comparative Análisis of the Mass Media in Latin America as described in the affidavit dated November 19, 1982” (27).

La red de colaboradores del PGLA, que ya estaba sobre aviso, se puso en funcionamiento para llevar a cabo dicho proyecto. En las páginas de Redacción se hablaba de “un ambicioso plan de investigación sobre la Información en América Latina, para el análisis comparativo –a escala continental– de asuntos del más variado tipo”; además, se decía que, tras la organización de los diferentes grupos de trabajo, “ya han comenzado a recibirse materiales para la primera de las investigaciones” (28)
.
De puertas adentro, el desarrollo anual de un programa de la envergadura del PGLA significaba un esfuerzo importante de organización, especialmente en lo referido al calendario de clases y actividades. Un documento escrito por Gómez Antón, expresivamente titulado “Procedimiento para realizar el damero maldito”, ponía de relieve, con unos toques de buen humor, la difícil tarea de coordinar a profesores e invitados a lo largo de seis meses. “Con el nombre de ‘damero maldito’ –escribía– conocemos el calendario completo de las sesiones de todo el PGLA”. Tras recomendar que se hiciera en el mes de noviembre, pedía a cada profesor el programa y los materiales que había que entregar a los participantes, aunque luego la cotidiana realidad exigiera tener que lidiar con “ajustes, desajustes y todo tipo de sinsabores”, lógicos por la cantidad de profesores involucrados y de actividades previstas (29).

NOTAS DE PIE DE PÁGINA
1 Carta de Ciro Óscar Oviedo a Alfonso Nieto (25-X-1972). AFCUN.
2 Cfr. Redacción, enero 1975, p. 20.
3 Redacción, marzo 1977, p. 22.
4 Ibid.
5 Ibid.
6 Oficio FCI 4/76 (19-I-1976). AFCUN.
7 Oficio FCI 5/76 (21-I-1976). AFCUN.
8 “Plan de Necesidades. Mayo de 1976…”, p. 27. AFCUN.
9 El decano de la Facultad, Carlos Soria, le comunicó el cambio a monseñor Stehle. Allí le explicaba que José Tallón se trasladaba a Madrid tras ganar la cátedra de Empresa informativa en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense. Cfr. carta de Carlos Soria a monseñor Stehle
(9-II-1979). AFCUN.
10 Redacción, enero 1982, p. 2.
11 Francisco Gómez Antón, Desmemorias…, p. 201.
12 Redacción, octubre de 1979, p. 19.
13 Francisco Gómez Antón, Desmemorias…, p. 201.
14 Cfr. Ibid., pp. 202-203.
15 Redacción, octubre 1979, p. 19.
16 Cfr. Redacción, noviembre 1985, p. 27.
17 Redacción, octubre 1979, p. 19.
18 Francisco Gómez Antón, Desmemorias…, p. 202.
19 Redacción, noviembre 1985, p. 27.
20 Cfr. Francisco Gómez Antón, Desmemorias…, pp. 203-204; Redacción, enero 1982, p. 32.
21 Oficio FCI 84/81 (27-XI-1981). AFCUN.
22 Ibid., p. 205.
23 “Plan de Desarrollo del PGLA. Noviembre 1985”. AFCUN.
24 Cfr. Redacción, enero 1989, pp. 16-17.
25 El Diario del Tercer Encuentro de Periodistas Latinoamericanos (Buenos Aires), octubre 1988, año 1,nº 1, p. 1: “La información es noticia”. AFCUN.
26 Cfr. Redacción, enero 1982, p. 32.
27 La carta está incluida en la documentación que acompaña al Oficio FCI 28/82-83 (20- I-1983), que comunicaba la concesión de dicha ayuda y el “régimen especial de contabilidad para la justificación de estos fondos”. AFCUN.
28 Redacción, octubre 1982, p. 7.
29 “Procedimiento para realizar el damero maldito”. PGLA (documento sin fecha). AFCUN. El damero maldito era un pasatiempo muy popular que en España fue introducido en 1941 por la revista de humor La Codorniz.

TERCERA PARTE

El último PGLA

La edición correspondiente a 1989, y que hacía la número dieciocho desde su creación, sería la última del Programa de Graduados Latino Americanos. A pesar del éxito que como programa de posgrado había mantenido a través del tiempo, desde cuatro años antes pendía sobre él la posibilidad de que la Fundación Aktion Adveniat, la entidad alemana que la financiaba, retirara la ayuda económica que venía prestando desde los inicios. Algunos indicios del progresivo desencuentro podían hallarse en ciertos episodios ocurridos en años anteriores, que tenían como común denominador la petición de nuevos requerimientos, que hasta entonces no habían sido hecho explícitos, y algunas reticencias mostradas hacia el planteamiento y las finalidades del Programa.

La CELAM veía con recelo al Programa

Ya desde 1979 el director de la Fundación, monseñor Emil Stehle, había expresado a los directivos del PGLA que desde algunos sectores de la Conferencia Episcopal Latino Americana (CELAM) se veía con recelo el desarrollo del programa porque no había sido obra de los obispos latinoamericanos; de ahí algunas quejas que le presentaban acerca de que conocían poco acerca de él. En una línea similar aducían que era un programa “para América Latina” más que “de América Latina”. Por eso, en su papel de mediador, recomendó Stehle a la Facultad mantener una mayor relación con el CELAM y procurar darles cierta participación. Algunas acciones en ese sentido fueron tomadas en cuenta por la Facultad para intentar deshacer esa imagen y propiciar así la prórroga del acuerdo (1).

En enero de 1981 el Programa fue renovado por cinco años más, según acuerdo de la Conferencia Episcopal Alemana, de la que dependía Adveniat. El 11 de octubre de 1983, en el transcurso de la reunión del Comité de Selección en Pamplona, se sugirió desde Adveniat que la presentación de cartas de los obispos avalando a los candidatos debía ser un requisito necesario, al menos para los admitidos tras la primera fase de selección (2). Así se hizo desde la siguiente edición, aunque se acordó entre las partes restringirlo para los candidatos seleccionados para participar en cada programa (3). En mayo de 1984 monseñor Stehle sugirió tres propuestas para intensificar la participación del CELAM en el Programa: por parte de la Facultad, se señaló que algunas se estaban haciendo, como las visitas a autoridades del CELAM durante los viajes de los profesores a aquellos países; de otras, referidas a visitas de obispos y de ex alumnos a Pamplona como invitados, se tomó nota para intentar ponerlas por obra o intensificarlas (4). También por indicación de Adveniat, desde 1985 se enviaron formularios de solicitud de admisiones tanto al CELAM como a otras organizaciones: UCLAP, UNDA y OCIC5.

Proponen Cuarto Quinquenio del Programa

Precisamente en 1985 tocaba decidir acerca de la renovación de la financiación al PGLA, que la Facultad quería para otros cinco años más, como venía siendo habitual. De hecho así figuró, bajo el epígrafe “Cuarto quinquenio del Programa”, en el orden del día de la sesión de trabajo que monseñor Stehle mantuvo con el equipo directivo del PGLA en Pamplona el 6 de mayo de 1985. Fue en el transcurso de dicha reunión cuando el director de Adveniat dejó abierta la posibilidad de dejar de financiar el Programa. Se estaba gestando uno nuevo en el que CELAM tendría un papel más activo si bien aún no había sede para ponerlo en marcha. Por parte de la Facultad se argumentó que no debían aparecer los dos programas como incompatibles, tal como habían manifestado el presidente y el secretario del CELAM. Así las cosas, se decidió convocar para el mes de septiembre una reunión tripartita en la que estuvieran representados el CELAM, Adveniat y la Universidad de Navarra (6).

Reunión con la CELAM

Finalmente, por cuestiones logísticas (Nieto y Stehle viajarían luego juntos a Chile para participar en el II Encuentro de Antiguos Alumnos del PGLA), la reunión se celebró en la ciudad irlandesa de Cork el 16 de septiembre. Asistieron los monseñores Antonio Quarracino y Darío Castrillón como presidente y secretario respectivamente del CELAM, monseñor Michele Buro como secretario general de la Comisión Pontificia de la Santa Sede para América Latina (CAL), monseñor Emil Stehle como director de Adveniat, y el rector Alfonso Nieto y el director del PGLA Francisco Gómez Antón como representantes de la Universidad de Navarra. Entre sus acuerdos figuraba la continuidad del Programa, dados los resultados positivos que había arrojado durante sus catorce años de existencia. Se reconoció, por parte de todos, que el PGLA ejercía una importante labor de perfeccionamiento con los profesionales de medios de comunicación latinoamericanos, que a su vez tenían una notable influencia en la opinión pública de sus países. El CELAM, a su vez, no puso inconveniente en extender su aval para que Adveniat siguiera financiando el programa. En efecto, el 20 de noviembre de 1985, monseñor Castrillón escribió una carta a Adveniat con dicho aval para la prórroga por cinco años de la financiación (7).

La CELAM adquiere papel m as importante

Aunque lo acordado en dicha reunión pareció, en un primer momento, resolver el futuro del Programa para los cinco años siguientes, sin embargo la aprobación de Adveniat sólo llegó para la edición XVI correspondiente a 1987. Además, se introducían nuevos mecanismos para que el CELAM adquiriera un papel más importante, y –como señalaba en una carta monseñor Stehle– “se haga responsable y sea la institución que formalmente solicita y recibe la ayuda de Adveniat”, de forma tal que luego “el CELAM bien puede contratarle a ustedes”. En esa misma línea, explicaba que “a partir del programa XVII los programas definitivamente tendrán que quedar a cargo del CELAM”, de cuya voluntad dependería “confiar los programas, su elaboración y su realización a la Universidad de Navarra”. También se estipulaba como condición “una evaluación de los quince programas por Catholic Media Council o por otra institución similar”(8). Monseñor Stehle comunicó también al profesor Gómez Antón que la Comisión Episcopal de Adveniat sólo aprobaba proyectos anualmente y no era partidaria de hacerlo por quinquenios (9).

Problemas para la continuidad del Programa

La nueva situación creada dificultaba la debida planificación de las siguientes ediciones del PGLA por falta de seguridad acerca de su continuidad. Conscientes de que la financiación por parte de Adveniat podría desaparecer, desde la Facultad se comenzaron a pensar propuestas sobre posibles fuentes de financiación alternativas para el Programa a través de otras fundaciones en la misma Alemania o en otros países como Estados Unidos (10). En un principio, el 17 de diciembre de 1986 la Comisión Episcopal de Adveniat iba a discutir la prolongación o no, por cuatro años más, de la financiación del PGLA (11), pero finalmente la decisión se aplazó primero al mes de abril y luego a julio de 1987, lo cual creó una situación complicada para las labores de promoción. De hecho, en los formularios de admisión se debió imprimir la advertencia de que el programa estaba “pendiente de aprobación” (12).

En mayo de 1987 la Facultad presentó un informe sobre el PGLA, que le había sido pedido por la Comisión Episcopal Alemana en su reunión de diciembre pasado para decidir sobre la prolongación de su financiación. En él se proporcionaban algunos datos numéricos, se señalaban los instrumentos que garantizaban la continuidad en el contacto con los graduados así como algunos índices de la valoración externa, y se recordaban los principales objetivos perseguidos por el Programa. Más específicamente se respondía a tres preguntas que la Comisión Episcopal había hecho llegar a través de monseñor Stehle: el trabajo profesional al que se dedicaban los graduados, su contribución a la enseñanza del periodismo en América Latina, y su colaboración con la Iglesia. La memoria abundaba en informaciones concretas acerca de estos tres extremos (13).

No se quería causar dificultades a Aktion Adveniat

La Facultad no deseaba mantener el Programa a toda costa, como así se lo hizo constar Gómez Antón a Stehle en la habitual sesión de trabajo anual en Pamplona del 3 de junio de 1987, según consta en el acta: “la Facultad no tiene inconveniente alguno en dar por terminado el programa, si su continuidad en los términos en que está concebido plantea dificultades de cualquier tipo a Adveniat; porque no podría responsabilizarse de él si hubiera que alterar de modo sustancial el sistema actual de selección de candidatos, de organización o de financiación” (14).

Pocos días después, del 16 al 21 de junio, el director del PGLA realizó un viaje a Bogotá y Quito, donde se entrevistó con el nuevo Director de Comunicación Social del CELAM, monseñor Gregorio Rosa, Obispo auxiliar de San Salvador. Éste alabó los resultados obtenidos a través del Programa e inquirió sobre la posibilidad de que el CELAM participara más activamente en el proceso de selección a través de los Secretarios de Comunicación de las Conferencias Episcopales. Una vez más Gómez Antón tuvo que explicar que sería demasiado complejo y el sistema se tornaría inoperante por razones poderosas. Uno de los directivos de Adveniat, Hans Czarkowsky, le comentó a Gómez Antón que en CELAM se estaban preguntando si no valdría la pena destinar los recursos económicos de Adveniat a programas de menor nivel que las Comisiones Episcopales parecían ya capaces de poner en marcha (15). Finalmente en su reunión del 6 de julio, la Comisión Episcopal de Adveniat decidió otorgar una ayuda de 428.310 marcos para 1988, inferior en casi 70.000 marcos al presupuesto del PGLA durante los últimos siete años.

Se cuestionan contenidos del Programa

A finales de 1987 se recibieron algunas indicaciones por parte de Adveniat acerca de los contenidos del Programa, tomando como base la memoria enviada acerca del curso anterior. Se echaba en falta una mayor presencia de temas, problemas o enfoques latinoamericanos y se confiaba en que “el próximo programa XVII tenga una colaboración más estrecha con las Iglesias locales en América Latina, tal como lo pide la Comisión Episcopal de Adveniat” (16). Pocos meses después, el 27 de mayo de 1988, en una visita de monseñor Stehle a Pamplona, éste comunicó que dirigentes del CELAM habían entregado a Adveniat un proyecto de Programa para profesionales de medios de comunicación de la Iglesia para el que proponían transferir la ayuda económica que venía recibiendo el PGLA (17). Al parecer, tres universidades en Chile, Colombia y México iban a encargarse de esos nuevos programas. Se iba consumando, pues, el fin de la financiación para este Programa, si bien se mantuvo aún para la edición de 1989, que sería definitivamente la última.

Se buscan fuentes alternativas de financiamiento

A partir de entonces los esfuerzos de la Facultad estuvieron centrados en lograr fuentes de financiación alternativas. En algunas de las gestiones con otras fundaciones alemanas colaboró el propio Stehle, aunque desde 1989 había dejado de ser director de Adveniat, e incluso se pensó en fórmulas coordinadas de transición en las que aún participara Adveniat hasta encontrar un nuevo espónsor. También se barajaron otras posibilidades como rebajar el programa a dos o tres meses de duración, o destinar la ayuda a seminarios de continuidad para profesionales en Latinoamérica (18). Durante buena parte de 1989 se realizaron gestiones diversas para intentar mantener un Programa que tan buenos resultados académicos y profesionales había obtenido, como así se reconocía por Adveniat, pero finalmente no se llegó a ninguna solución satisfactoria (19). En unas reflexiones escritas de Gómez Antón en septiembre de ese año llegó a sopesar la posibilidad de “estudiar una nueva versión del PGLA que pudiéramos llevar a cabo conjuntamente con la Universidad de Missouri, con el Poynter Institute o con algún otro centro norteamericano” (20), pero tampoco llegó a concretarse.

El PGLA postrero

Con la última promoción de alumnos del PGLA, la XVIII, se llegó a la cifra de casi 400 periodistas que habían pasado por el Programa, altamente identificados con él como se hacía palpable por la “conexión de los graduados entre sí y con la Facultad” (21). Así lo demostraban hechos como: la actividad creciente de los Comités Locales establecidos en Monterrey, México DF, Ciudad de Guatemala, San José de Costa Rica, Bogotá, Medellín, Quito, Santiago de Chile, Córdoba, Buenos Aires, Montevideo y Sao Paulo; las tres o cuatro “cartas circulares” anuales enviadas por el director del PGLA a todos los graduados; las tertulias radiofónicas que se mantenían con muchos de ellos; la publicación y difusión periódica del Catálogo de Graduados para mantener al día los datos de todos; los estudios internacionales sobre Latinoamérica realizados por ellos bajo los auspicios de la Tinker Foundation (22); y los seminarios profesionales y otras actividades formativas celebradas en aquellos países con su apoyo.

El último Encuentro en México

Incluso después de “muerto”, como cuenta la leyenda acerca del Cid Campeador, el PGLA volvió a vivir y mostrar su fortaleza con la celebración del IV Encuentro Internacional de Graduados en Monterrey (México) en 1993, en el marco de la villa de Adriana Garza. El Encuentro se abrió a todos los antiguos alumnos hispanoamericanos de la Facultad, aunque los del PGLA eran mayoría. Como recuerda Gómez Antón, “por decisión expresa de los profesores seniors, todas las ponencias fueron presentadas por los juniors, para dejar claro que el relevo generacional de la Facultad no afectaba a sus vínculos con los graduados del PGLA” (23).

NOTAS DE PIE DE PÁGINA
1 Cfr. Oficio FCI 29/79 (26-V-1979). AFCUN.
2 Cfr. Oficio FCI 7/83-84 (22-X-1983), y su anexo informativo acerca de la reunión. AFCUN.
3 Cfr. Oficios FCI 49/83-84 (3-II-1984) y 89/83-84 (29-V-1984). AFCUN.
4 Cfr. Oficio FCI 89/83-84 (29-V-1984). AFCUN.
5 Cfr. Oficio FCI 64/84-85 (22-III-1985). AFCUN. UCLAP eran las siglas de la Unión Católica
Latinoamericana de Prensa, con sede en Brasil; la UNDA era la Asociación Católica Latinoamericana para la Radio y la Televisión, con sede en Ecuador; y la OCIC eran las siglas de la Organización Católica Internacional del Cine y del Audiovisual, con sede en Argentina.
6 Cfr. Oficio FCI 88/84-85 (10-V-1985). AFCUN.
7 Carta de monseñor Darío Castrillón a monseñor Stehle (20-XI-1985), que se adjuntaba a la escrita por monseñor Stehle a Francisco Gómez Antón (31-I-1986). AFCUN.
8 Carta de monseñor Stehle a Francisco Gómez Antón (31-I-1986); en Oficio FCI 96/86 (11-II-1986).AFCUN.
9 Cfr. Oficio FCI 9/87 (15-X-1987), que contiene un informe escrito de Francisco Gómez Antón, fechado ese mismo día. AFCUN.
10 Cfr. Oficio FCI 122/86 (4-IV-1986). AFCUN.
11 Cfr. Carta de monseñor Stehle a Francisco Gómez Antón (13-X-1986); en Oficio FCI 242/86 (17-X-1986). AFCUN.
12 Cfr. Oficio FCI 102/87 (12-I-1987). AFCUN.
13 Cfr. Oficio FCI 167/87 (27-V-1987), que contenía el informe. AFCUN.
14 Oficio FCI 172/87 (5-VI-1987), que contenía el acta de la sesión de trabajo. AFCUN.
15 Cfr. Oficio FCI 188/87 (23-VI-1987). AFCUN.
16 Carta de Elisabeth Prégardiere, vicedirectora de Adveniat, a Francisco Gómez Antón (17-XII-1987).AFCUN.
17 Oficio FCI 83/88 (15-V-1988). AFCUN.
18 Cfr. Oficios FCI 150/88 (31-X-1988), 158/88 (8-XI-1988), y 181/88 (13-XII-1988). AFCUN.
19 Cfr. Oficios FCI 56/89 (18-V-1989), 74/89 (15-VI-1989), 76/89 (16-VI-1989), y 90/89 (19-IX-1989)
20 Oficio FCI 90/89 (19-IX-1989). AFCUN.
21 Oficio FCI 150/88 (31-X-1988). AFCUN.
22 A la altura de 1988 se habían elaborado cinco para dicha Fundación: “Los diarios de difusión
nacional”, “Las revistas de información general”, “El régimen jurídico de la información”, “Aplicaciones educativas de los medios de comunicación”, y “Las agencias informativas latinoamericanas”. Y se estaban preparando más sobre otros temas. Cfr. Oficio FCI 150/88 (31-X-1988). AFCUN.
23 Francisco Gómez Antón, Desmemorias…, p. 206.

sábado, 6 de junio de 2009

Fcom presentó libro sobre sus cincuenta años de historia

La Cámara de Comptos de Navarra, primera sede de la actual Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, acogió el 2 de junio la presentación del libro Historia de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. Medio siglo de docencia e investigación (1958-2008), escrito por el profesor Carlos Barrera y publicado por EUNSA.
Según el autor, “el texto es una monografía de investigación histórica; la narración de una página de la historia de la enseñanza del periodismo y de la comunicación en España y en Europa, que reviste un especial interés, ya que fue aquí donde por vez primera se integraron los estudios de periodismo en la universidad española”.
Asimismo, María Iraburu, vicerrectora de Alumnos y Extensión Universitaria, afirmó que “la alianza entre Comunicación y Universidad, que tuvo lugar hace 50 años en la Cámara de Comptos, ha provocado un enriquecimiento mutuo”. Por su parte, otro de los ponentes, el periodista José Javier Uranga, antiguo profesor del entonces Instituto de Periodismo, felicitó al autor y aseguró que el profesor Carlos Barrera “ha realizado un gran trabajo cuando la Facultad ha llegado a la edad adulta, alabada y reconocida”.

Documentado en archivos inéditos

También intervino en el acto la profesora de la Facultad de Comunicación Mercedes Montero, quien destacó la labor documental del texto: “Se podrían reseñar muchas cosas de este libro, pero quiero resaltar una fundamental: la investigación”.
Carlos Barrera describe el trabajo de la siguiente manera: “He intentado aplicar la mentalidad y el oficio del historiador, es decir, basarme especialmente en fuentes documentales como el archivo de la Facultad, y de ahí la profusión de notas a pie de página, hasta un total de 1342. Al mismo tiempo, en la medida de lo posible, he procurado darle el necesario toque periodístico que hiciera su lectura ágil y amena: un reto que no resulta fácil porque escribir la historia de una Facultad universitaria no es un género muy cultivado”.
El libro, basado en abundante documentación inédita de archivos, analiza los diversos episodios que configuraron la Facultad, así como los problemas, retos y objetivos que se fueron marcando en las diferentes etapas de su crecimiento y expansión. Se trata de una historia acerca de cómo se abrieron los caminos universitarios de la enseñanza y la investigación en comunicación en España, y de cómo se ha mantenido el espíritu de innovación docente e investigadora y de servicio a las profesiones de la comunicación y a la sociedad.

Reseña EUNSA

La creación del Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra en 1958 supuso la integración real, por primera vez en España, de los estudios de periodismo dentro de la institución universitaria. El carácter pionero e innovador de aquella empresa, destinada a dignificar las profesiones de la comunicación mediante su elevación científico-académica, significó que, en muchas de sus iniciativas, sus profesores y alumnos roturaran terrenos que luego fueron cultivados también en otras universidades españolas cuando la legislación lo permitió a partir de 1971.
Fruto del impulso que le dio el Fundador y primer Canciller de la Universidad, San Josemaría Escrivá, la hoy Facultad de Comunicación desarrolló una labor amplia y honda a lo largo de sus primeros cincuenta años. El autor de este libro, basado en abundante documentación inédita de archivos, muestra cómo se fue haciendo realidad “desde dentro”. Analiza los diversos episodios que la configuraron y los problemas, retos y objetivos que se fueron marcando en las diferentes etapas de su crecimiento y expansión.
Se trata, en definitiva, de una historia -que estaba sin escribir- acerca de cómo se abrieron los caminos universitarios de la enseñanza y de la investigación en comunicación en España, y cómo se ha mantenido el espíritu de innovación docente e investigadora y de servicio a las profesiones de la comunicación y a la sociedad
Fuentes: www.unav.es/fcom y EUNSA