jueves, 11 de junio de 2009

TERCERA PARTE

El último PGLA

La edición correspondiente a 1989, y que hacía la número dieciocho desde su creación, sería la última del Programa de Graduados Latino Americanos. A pesar del éxito que como programa de posgrado había mantenido a través del tiempo, desde cuatro años antes pendía sobre él la posibilidad de que la Fundación Aktion Adveniat, la entidad alemana que la financiaba, retirara la ayuda económica que venía prestando desde los inicios. Algunos indicios del progresivo desencuentro podían hallarse en ciertos episodios ocurridos en años anteriores, que tenían como común denominador la petición de nuevos requerimientos, que hasta entonces no habían sido hecho explícitos, y algunas reticencias mostradas hacia el planteamiento y las finalidades del Programa.

La CELAM veía con recelo al Programa

Ya desde 1979 el director de la Fundación, monseñor Emil Stehle, había expresado a los directivos del PGLA que desde algunos sectores de la Conferencia Episcopal Latino Americana (CELAM) se veía con recelo el desarrollo del programa porque no había sido obra de los obispos latinoamericanos; de ahí algunas quejas que le presentaban acerca de que conocían poco acerca de él. En una línea similar aducían que era un programa “para América Latina” más que “de América Latina”. Por eso, en su papel de mediador, recomendó Stehle a la Facultad mantener una mayor relación con el CELAM y procurar darles cierta participación. Algunas acciones en ese sentido fueron tomadas en cuenta por la Facultad para intentar deshacer esa imagen y propiciar así la prórroga del acuerdo (1).

En enero de 1981 el Programa fue renovado por cinco años más, según acuerdo de la Conferencia Episcopal Alemana, de la que dependía Adveniat. El 11 de octubre de 1983, en el transcurso de la reunión del Comité de Selección en Pamplona, se sugirió desde Adveniat que la presentación de cartas de los obispos avalando a los candidatos debía ser un requisito necesario, al menos para los admitidos tras la primera fase de selección (2). Así se hizo desde la siguiente edición, aunque se acordó entre las partes restringirlo para los candidatos seleccionados para participar en cada programa (3). En mayo de 1984 monseñor Stehle sugirió tres propuestas para intensificar la participación del CELAM en el Programa: por parte de la Facultad, se señaló que algunas se estaban haciendo, como las visitas a autoridades del CELAM durante los viajes de los profesores a aquellos países; de otras, referidas a visitas de obispos y de ex alumnos a Pamplona como invitados, se tomó nota para intentar ponerlas por obra o intensificarlas (4). También por indicación de Adveniat, desde 1985 se enviaron formularios de solicitud de admisiones tanto al CELAM como a otras organizaciones: UCLAP, UNDA y OCIC5.

Proponen Cuarto Quinquenio del Programa

Precisamente en 1985 tocaba decidir acerca de la renovación de la financiación al PGLA, que la Facultad quería para otros cinco años más, como venía siendo habitual. De hecho así figuró, bajo el epígrafe “Cuarto quinquenio del Programa”, en el orden del día de la sesión de trabajo que monseñor Stehle mantuvo con el equipo directivo del PGLA en Pamplona el 6 de mayo de 1985. Fue en el transcurso de dicha reunión cuando el director de Adveniat dejó abierta la posibilidad de dejar de financiar el Programa. Se estaba gestando uno nuevo en el que CELAM tendría un papel más activo si bien aún no había sede para ponerlo en marcha. Por parte de la Facultad se argumentó que no debían aparecer los dos programas como incompatibles, tal como habían manifestado el presidente y el secretario del CELAM. Así las cosas, se decidió convocar para el mes de septiembre una reunión tripartita en la que estuvieran representados el CELAM, Adveniat y la Universidad de Navarra (6).

Reunión con la CELAM

Finalmente, por cuestiones logísticas (Nieto y Stehle viajarían luego juntos a Chile para participar en el II Encuentro de Antiguos Alumnos del PGLA), la reunión se celebró en la ciudad irlandesa de Cork el 16 de septiembre. Asistieron los monseñores Antonio Quarracino y Darío Castrillón como presidente y secretario respectivamente del CELAM, monseñor Michele Buro como secretario general de la Comisión Pontificia de la Santa Sede para América Latina (CAL), monseñor Emil Stehle como director de Adveniat, y el rector Alfonso Nieto y el director del PGLA Francisco Gómez Antón como representantes de la Universidad de Navarra. Entre sus acuerdos figuraba la continuidad del Programa, dados los resultados positivos que había arrojado durante sus catorce años de existencia. Se reconoció, por parte de todos, que el PGLA ejercía una importante labor de perfeccionamiento con los profesionales de medios de comunicación latinoamericanos, que a su vez tenían una notable influencia en la opinión pública de sus países. El CELAM, a su vez, no puso inconveniente en extender su aval para que Adveniat siguiera financiando el programa. En efecto, el 20 de noviembre de 1985, monseñor Castrillón escribió una carta a Adveniat con dicho aval para la prórroga por cinco años de la financiación (7).

La CELAM adquiere papel m as importante

Aunque lo acordado en dicha reunión pareció, en un primer momento, resolver el futuro del Programa para los cinco años siguientes, sin embargo la aprobación de Adveniat sólo llegó para la edición XVI correspondiente a 1987. Además, se introducían nuevos mecanismos para que el CELAM adquiriera un papel más importante, y –como señalaba en una carta monseñor Stehle– “se haga responsable y sea la institución que formalmente solicita y recibe la ayuda de Adveniat”, de forma tal que luego “el CELAM bien puede contratarle a ustedes”. En esa misma línea, explicaba que “a partir del programa XVII los programas definitivamente tendrán que quedar a cargo del CELAM”, de cuya voluntad dependería “confiar los programas, su elaboración y su realización a la Universidad de Navarra”. También se estipulaba como condición “una evaluación de los quince programas por Catholic Media Council o por otra institución similar”(8). Monseñor Stehle comunicó también al profesor Gómez Antón que la Comisión Episcopal de Adveniat sólo aprobaba proyectos anualmente y no era partidaria de hacerlo por quinquenios (9).

Problemas para la continuidad del Programa

La nueva situación creada dificultaba la debida planificación de las siguientes ediciones del PGLA por falta de seguridad acerca de su continuidad. Conscientes de que la financiación por parte de Adveniat podría desaparecer, desde la Facultad se comenzaron a pensar propuestas sobre posibles fuentes de financiación alternativas para el Programa a través de otras fundaciones en la misma Alemania o en otros países como Estados Unidos (10). En un principio, el 17 de diciembre de 1986 la Comisión Episcopal de Adveniat iba a discutir la prolongación o no, por cuatro años más, de la financiación del PGLA (11), pero finalmente la decisión se aplazó primero al mes de abril y luego a julio de 1987, lo cual creó una situación complicada para las labores de promoción. De hecho, en los formularios de admisión se debió imprimir la advertencia de que el programa estaba “pendiente de aprobación” (12).

En mayo de 1987 la Facultad presentó un informe sobre el PGLA, que le había sido pedido por la Comisión Episcopal Alemana en su reunión de diciembre pasado para decidir sobre la prolongación de su financiación. En él se proporcionaban algunos datos numéricos, se señalaban los instrumentos que garantizaban la continuidad en el contacto con los graduados así como algunos índices de la valoración externa, y se recordaban los principales objetivos perseguidos por el Programa. Más específicamente se respondía a tres preguntas que la Comisión Episcopal había hecho llegar a través de monseñor Stehle: el trabajo profesional al que se dedicaban los graduados, su contribución a la enseñanza del periodismo en América Latina, y su colaboración con la Iglesia. La memoria abundaba en informaciones concretas acerca de estos tres extremos (13).

No se quería causar dificultades a Aktion Adveniat

La Facultad no deseaba mantener el Programa a toda costa, como así se lo hizo constar Gómez Antón a Stehle en la habitual sesión de trabajo anual en Pamplona del 3 de junio de 1987, según consta en el acta: “la Facultad no tiene inconveniente alguno en dar por terminado el programa, si su continuidad en los términos en que está concebido plantea dificultades de cualquier tipo a Adveniat; porque no podría responsabilizarse de él si hubiera que alterar de modo sustancial el sistema actual de selección de candidatos, de organización o de financiación” (14).

Pocos días después, del 16 al 21 de junio, el director del PGLA realizó un viaje a Bogotá y Quito, donde se entrevistó con el nuevo Director de Comunicación Social del CELAM, monseñor Gregorio Rosa, Obispo auxiliar de San Salvador. Éste alabó los resultados obtenidos a través del Programa e inquirió sobre la posibilidad de que el CELAM participara más activamente en el proceso de selección a través de los Secretarios de Comunicación de las Conferencias Episcopales. Una vez más Gómez Antón tuvo que explicar que sería demasiado complejo y el sistema se tornaría inoperante por razones poderosas. Uno de los directivos de Adveniat, Hans Czarkowsky, le comentó a Gómez Antón que en CELAM se estaban preguntando si no valdría la pena destinar los recursos económicos de Adveniat a programas de menor nivel que las Comisiones Episcopales parecían ya capaces de poner en marcha (15). Finalmente en su reunión del 6 de julio, la Comisión Episcopal de Adveniat decidió otorgar una ayuda de 428.310 marcos para 1988, inferior en casi 70.000 marcos al presupuesto del PGLA durante los últimos siete años.

Se cuestionan contenidos del Programa

A finales de 1987 se recibieron algunas indicaciones por parte de Adveniat acerca de los contenidos del Programa, tomando como base la memoria enviada acerca del curso anterior. Se echaba en falta una mayor presencia de temas, problemas o enfoques latinoamericanos y se confiaba en que “el próximo programa XVII tenga una colaboración más estrecha con las Iglesias locales en América Latina, tal como lo pide la Comisión Episcopal de Adveniat” (16). Pocos meses después, el 27 de mayo de 1988, en una visita de monseñor Stehle a Pamplona, éste comunicó que dirigentes del CELAM habían entregado a Adveniat un proyecto de Programa para profesionales de medios de comunicación de la Iglesia para el que proponían transferir la ayuda económica que venía recibiendo el PGLA (17). Al parecer, tres universidades en Chile, Colombia y México iban a encargarse de esos nuevos programas. Se iba consumando, pues, el fin de la financiación para este Programa, si bien se mantuvo aún para la edición de 1989, que sería definitivamente la última.

Se buscan fuentes alternativas de financiamiento

A partir de entonces los esfuerzos de la Facultad estuvieron centrados en lograr fuentes de financiación alternativas. En algunas de las gestiones con otras fundaciones alemanas colaboró el propio Stehle, aunque desde 1989 había dejado de ser director de Adveniat, e incluso se pensó en fórmulas coordinadas de transición en las que aún participara Adveniat hasta encontrar un nuevo espónsor. También se barajaron otras posibilidades como rebajar el programa a dos o tres meses de duración, o destinar la ayuda a seminarios de continuidad para profesionales en Latinoamérica (18). Durante buena parte de 1989 se realizaron gestiones diversas para intentar mantener un Programa que tan buenos resultados académicos y profesionales había obtenido, como así se reconocía por Adveniat, pero finalmente no se llegó a ninguna solución satisfactoria (19). En unas reflexiones escritas de Gómez Antón en septiembre de ese año llegó a sopesar la posibilidad de “estudiar una nueva versión del PGLA que pudiéramos llevar a cabo conjuntamente con la Universidad de Missouri, con el Poynter Institute o con algún otro centro norteamericano” (20), pero tampoco llegó a concretarse.

El PGLA postrero

Con la última promoción de alumnos del PGLA, la XVIII, se llegó a la cifra de casi 400 periodistas que habían pasado por el Programa, altamente identificados con él como se hacía palpable por la “conexión de los graduados entre sí y con la Facultad” (21). Así lo demostraban hechos como: la actividad creciente de los Comités Locales establecidos en Monterrey, México DF, Ciudad de Guatemala, San José de Costa Rica, Bogotá, Medellín, Quito, Santiago de Chile, Córdoba, Buenos Aires, Montevideo y Sao Paulo; las tres o cuatro “cartas circulares” anuales enviadas por el director del PGLA a todos los graduados; las tertulias radiofónicas que se mantenían con muchos de ellos; la publicación y difusión periódica del Catálogo de Graduados para mantener al día los datos de todos; los estudios internacionales sobre Latinoamérica realizados por ellos bajo los auspicios de la Tinker Foundation (22); y los seminarios profesionales y otras actividades formativas celebradas en aquellos países con su apoyo.

El último Encuentro en México

Incluso después de “muerto”, como cuenta la leyenda acerca del Cid Campeador, el PGLA volvió a vivir y mostrar su fortaleza con la celebración del IV Encuentro Internacional de Graduados en Monterrey (México) en 1993, en el marco de la villa de Adriana Garza. El Encuentro se abrió a todos los antiguos alumnos hispanoamericanos de la Facultad, aunque los del PGLA eran mayoría. Como recuerda Gómez Antón, “por decisión expresa de los profesores seniors, todas las ponencias fueron presentadas por los juniors, para dejar claro que el relevo generacional de la Facultad no afectaba a sus vínculos con los graduados del PGLA” (23).

NOTAS DE PIE DE PÁGINA
1 Cfr. Oficio FCI 29/79 (26-V-1979). AFCUN.
2 Cfr. Oficio FCI 7/83-84 (22-X-1983), y su anexo informativo acerca de la reunión. AFCUN.
3 Cfr. Oficios FCI 49/83-84 (3-II-1984) y 89/83-84 (29-V-1984). AFCUN.
4 Cfr. Oficio FCI 89/83-84 (29-V-1984). AFCUN.
5 Cfr. Oficio FCI 64/84-85 (22-III-1985). AFCUN. UCLAP eran las siglas de la Unión Católica
Latinoamericana de Prensa, con sede en Brasil; la UNDA era la Asociación Católica Latinoamericana para la Radio y la Televisión, con sede en Ecuador; y la OCIC eran las siglas de la Organización Católica Internacional del Cine y del Audiovisual, con sede en Argentina.
6 Cfr. Oficio FCI 88/84-85 (10-V-1985). AFCUN.
7 Carta de monseñor Darío Castrillón a monseñor Stehle (20-XI-1985), que se adjuntaba a la escrita por monseñor Stehle a Francisco Gómez Antón (31-I-1986). AFCUN.
8 Carta de monseñor Stehle a Francisco Gómez Antón (31-I-1986); en Oficio FCI 96/86 (11-II-1986).AFCUN.
9 Cfr. Oficio FCI 9/87 (15-X-1987), que contiene un informe escrito de Francisco Gómez Antón, fechado ese mismo día. AFCUN.
10 Cfr. Oficio FCI 122/86 (4-IV-1986). AFCUN.
11 Cfr. Carta de monseñor Stehle a Francisco Gómez Antón (13-X-1986); en Oficio FCI 242/86 (17-X-1986). AFCUN.
12 Cfr. Oficio FCI 102/87 (12-I-1987). AFCUN.
13 Cfr. Oficio FCI 167/87 (27-V-1987), que contenía el informe. AFCUN.
14 Oficio FCI 172/87 (5-VI-1987), que contenía el acta de la sesión de trabajo. AFCUN.
15 Cfr. Oficio FCI 188/87 (23-VI-1987). AFCUN.
16 Carta de Elisabeth Prégardiere, vicedirectora de Adveniat, a Francisco Gómez Antón (17-XII-1987).AFCUN.
17 Oficio FCI 83/88 (15-V-1988). AFCUN.
18 Cfr. Oficios FCI 150/88 (31-X-1988), 158/88 (8-XI-1988), y 181/88 (13-XII-1988). AFCUN.
19 Cfr. Oficios FCI 56/89 (18-V-1989), 74/89 (15-VI-1989), 76/89 (16-VI-1989), y 90/89 (19-IX-1989)
20 Oficio FCI 90/89 (19-IX-1989). AFCUN.
21 Oficio FCI 150/88 (31-X-1988). AFCUN.
22 A la altura de 1988 se habían elaborado cinco para dicha Fundación: “Los diarios de difusión
nacional”, “Las revistas de información general”, “El régimen jurídico de la información”, “Aplicaciones educativas de los medios de comunicación”, y “Las agencias informativas latinoamericanas”. Y se estaban preparando más sobre otros temas. Cfr. Oficio FCI 150/88 (31-X-1988). AFCUN.
23 Francisco Gómez Antón, Desmemorias…, p. 206.

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